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Actualizado: 6 de junio de 2025
En la dichosa época de que usted habla, los prejuicios eran tales, que los padres no se atrevían a desarrollar en sus hijas una de las más puras pasiones de un gran corazón, el amor a la belleza... Entonces existían muchas mujeres para las cuales la cultura de la inteligencia y la generosidad del alma eran causas incesantes de lucha y de discordia con sus maridos...
Y el terrible centauro se expresaba con una ternura idílica, con una firme virtud de sesenta y cinco años, insensibles ya á la tentación. Después de su escena con Karl, había aumentado el sueldo de éste, apelando como siempre á la generosidad para reparar sus violencias. Lo que no podía olvidar era lo de su nobleza, que le daba motivo para nuevas bromas.
Para que vea, para que vea hasta dónde llega mi generosidad: se lo doy sin interés. Muchas gracias, amigo D. Francisco. No dudo de sus buenas intenciones. Pero ya nos hemos arreglado. Viendo que usted no me contestaba, me fuí á dar con un pariente, y tuve ánimos para contarle mi triste situación. ¡Ojalá lo hubiera hecho antes!
De cuando en cuando, pensaba que, siendo yo como era un pobre diablo, sin padre, sin fortuna, era demasiada generosidad de su parte interesarse por mí como se interesaba y me lo echaba en cara; pero cuando lo sorprendía con un progreso inesperado para él, o con un buen rasgo de conducta, entonces el buen viejo se exaltaba y pasaba los límites del entusiasmo en sus elogios.
Clara se iba á vivir con aquellas misteriosas señoras, en cuya casa, según Coletilla decía, no habían penetrado las ideas del día. Hacía tiempo que él tenía este deseo para vivir más á sus anchas; pero nunca se hubiera atrevido á proponerlo á las tres venerables matronas, si éstas, con una generosidad que él no se cansaba de admirar, no se lo hubieran indicado.
Seguiría pues aun en el puesto que su hermana le indicara, cumpliendo las tareas más contrarias a su carácter generoso y altivo, en aras de esa misma generosidad y esa altivez. Hallábase una noche después de cenar, solo como de costumbre, hojeando distraídamente periódicos y revistas, en la habitación que eligiera para gabinete de trabajo.
Así lo publica nuestro reconocido agradecimiento, pues aunque en su católico celo nada hay en esta especie, que su generosidad lo juzgue exceso, verdaderamente que los favores y expresiones hechas á los Jesuitas del Paraguay, pudieran parecer exceso en otro amor y en otro Rey.
Me miraba como un perro a quien se ha salvado la vida, y mientras tanto, sus oscuras manos buscaban y rebuscaban en la faja y en los bolsillos. Esto casi me hizo arrepentir de mi generosidad, y mientras el gañán buscaba, yo metía mano en el cinto y empuñaba mi revólver. ¡Si creía pillarme descuidado! Tiró él de su faja, sacando algo, y yo le imité sacando de la funda medio revólver.
Dimmesdale que, reclinado sobre el balconcillo, con la mano sobre el corazón, había estado esperando el resultado de su discurso. ¡Maravillosa fuerza y generosidad de un corazón de mujer! ¡No quiere hablar!... Y se echó hacia atrás respirando profundamente.
Queremos llegar á nuestro fin á toda costa y cuando hayamos probado que era usted una víctima y no un culpable y que se le tenía encerrado á consecuencia de un monstruoso error judicial, veremos si en el país de la audacia y de la generosidad hay gendarmes para detenernos y jueces para castigarnos. Yo no tengo ningún remordimiento, ninguna inquietud, ninguna vacilación. ¡Y este viaje me encanta!
Palabra del Dia
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