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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Pero luego que tuvo lo arengado Su aplauso, y amainando fué el ruido Que hizo aquel pueblo y cómico Senado, La niña, con un garbo no aprendido, Sino el que allí le ministró el contento, Esto alargó, ni necio ni fingido: Padre, bien que con benigno intento Me queréis desviar de esta senduela, Que guía al gusto menos que al tormento: Pareciéndoos que como soy mozuela Y criada en holandas, no podría Aspirar á lo ansioso de esta escuela.

Y ellos gritan, bravuconean, cantan la eterna romanza de Marina, hacen sonar con garbo sus monedas sobre los mármoles. Hoy es domingo. Los cafés de Elda están repletos. Azorín ha entrado en uno de ellos. A su lado un grupo de obreros leía un periódico.

Fino y comedido, con una fisonomía en que parecían disputarse la expresión típica, el orgullo y la humildad fingida, la indiferencia y la amabilidad; alto, delgado y enhiesto; llevando con garbo su capa azul oscura de vueltas de terciopelo carmesí, y su sombrero de fieltro algo inclinado sobre la frente; con un acento vibrante y suave, un ojo profundamente negro, vivo y ardiente, pero velado por instantes, y marchando con seguridad y presteza, aquel hombre me ofrecia el tipo de una raza bellísima, que ha conservado en medio de su degradación en Europa la tradicion de la mas hermosa estirpe de la India proscrita.

Flora, avergonzada de su cobardía, viendo á Demetria hablar con ellos, volvió sobre sus pasos. ¡Qué diablo de hombres! exclamó riendo. Me habéis asustado. De poco te asustas, morena dijo Joyana acercándose á ella para saciar mejor sus ojos lúbricos. Y poniéndose almibarado, añadió: que me tienes á asustado y encogido y muerto con esa carita de cielo y ese garbo y esa sal que derramas...

Y si algo vale la sentencia mía, La diré que haga cara y cepos quedos, Pues no es aquél su puesto ni su día, Ni se aligue á Sevillas ni á Toledos Con ser grandes ciudades, y á este tono, A las demás estiman en dos bledos; Sólo ha de ser el garbo y el entono Para Madrid que es villa, que aunque villa, Tiene en su abono príncipes de abono.

Aplaudieron todos que al fin se hubiera humanado la maestra y aplaudieron más aún que, en virtud de nuevas declaraciones y promesas de Currito, se reconociese y se proclamase allí la autonomía de Rosita y de doña Marcela. Para solemnizarla, ambas niñas bailaron unas sevillanas con notable garbo y maestría.

El otro punto, que era como cimiento o piedra angular sobre la cual levantaba doña Beatriz el alcázar de sus esperanzas ambiciosas, era la hermosura, el garbo y la distinción de su hermana Inesita.

Me la envió meses ha de regalo mi sobrino Jacinto, que está en Filipinas empleado en Hacienda. Tiempo hay todavía de hacer con esta tela un precioso vestido de mujer. ¿Y quién lo llevaría con más garbo y lucimiento que Juanita, si aceptase mi presente? La tela es pintiparada para hacer el traje, y si ustedes quieren darse prisa, aún tienen tiempo de sobra.

La niña dejábase conducir con garbo desdeñoso de infanta. El negro velo descubría tan sólo el ruedo de la saya, donde un plateado galón chapeaba tres veces el terciopelo turquí. Ramiro se levantó. Toda la gracia de la mujer pasaba ahora ante él, delicada y terrible.

En fin, a pesar de estos inconvenientes, los galanes bailaban aquella noche en la Alegría con tanto garbo, y tal vez con más suerte, que sus patrones del Club del Progreso.

Palabra del Dia

rigoleto

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