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Ella valía infinitamente más que él, ella era noble; pero la dudosa ejemplaridad de su vida podía hacerla inferior. ¡En qué vacilación tan grande estaba! En su alma el asco era inseparable del agradecimiento. ¿Cómo contestarle y expresar en una frase el desprecio y la consideración?... ¡Que un ganso semejante se atreviese a poner sus ojos en persona tan selecta!

Eres un desvergonzado dijo la tía María a su nieto ; tienes más hiel en tu corazón, que buena sangre en tus venas: ¡a las faldas se las respeta, ganso! Pero en todo el lugar hay otro más díscolo ni más desamoretado que . ¡Como está usted hecha a la finura de esa pilla de playa respondió Momo , que me ha puesto las orejas como usted las ve, le parecen a usted los demás bastos!

Adspice, quam tumeat magno jecur ansere majus, Miratus, dices: hoc, rogo, crevit ubi? ¿Qué diabluras, qué perradas, qué judiadas no se harán con el ganso, para que el hígado le crezca con tan estupenda hipertrofia?

De ese ganso de Juan de Dios, que estuvo aquí el otro día, y poniéndose de rodillas delante de , me dijo: «¡Déme usted a Inés, porque me muero sin ella! ¡Démela usted hoy y máteme mañanaFué una comedia, Gabriel, y aunque nos reímos mucho, al fin nos cansó tanto, que tuvimos que echarle a palos de la escribanía.

Yo debiera responderle: El ganso y el avestruz y el cernícalo es usted que dirige un colegio en España sin saber castellano... Pero ya ves, amigo Tristán, necesito los quince duros mensuales que me da... En efecto, García vivía sosteniendo también a su anciana madre con los quince duros que le daban en el Colegio Platónico, veinte del colegio Greco-latino y algunas lecciones particulares.

Al avío, les dije; que la razón que traigo, urge, y lo que quiero yo es largarme presto y perder a ustedes, a sus amos y a Madrid de vista. Nicolás dijo entonces una moza que tenía trazas de ser tan Farota como su ama , lleva ese ganso al treato: allí podrá ver a la señora

Tanta vergüenza tengo de , que quisiera no hubiese espejos en el mundo... Siento llegar a ese lindo ganso de Melchor: es la una. Yo debería dormirme. ¡Si Dios quisiera darme un poquito de sueño!... Me volveré de este otro lado. »Ya siento un poco de sueño.

Apuntó de nuevo, ¡pam! y cayó otra víctima... Acercose a mirarla, ¡y ella resultó un ganso viejo!... Otro tiro, ¡pam!... Esta vez cayó un cisne, que, como conservaba vida, fue a morirse en la maleza, escapando así a la mirada del cazador... Otro tiro, ¡pam!... Un nuevo cisne muerto, muerto como una gallina, sin un graznido, sin un ronquido siquiera... ¡Debía ser un cisne hembra!

Un domingo por la noche, Tono llegó muy alegre al horno. Había merendado en la playa; sus ojos tenían un jaspeado sanguinolento, y al respirar lo impregnaba todo de ese hedor de chufas que delata una pesada digestión de vino. ¡Gran noticia! Había visto en un merendero al Menut, a aquel ganso que tenía delante. Iba con su novia: una gran chica. ¡Vaya con el gusano tísico! Bien había sabido escoger.

Pero algo hay aún, mil veces más abominable y tremendo: el método de que, según he oído contar, se vale el hombre para producir el hígado gordo de ganso. ¿Cabe mayor infamia que la de crear artificialmente una enfermedad para deleitarnos luego comiéndonos el resultado? El poeta Marcial aseguraba ya que en su tiempo se hacía crecer tanto el hígado que venía a ser tan grande como el ganso todo.