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Actualizado: 8 de julio de 2025


Ya lo sabemos todo.... ¡Buena suerte, y gracias por el favor!... Tere está, muy agradecida.... ¿Vió usted a Ricardo? ¡Está que rabia! ¡El que se creía tan afortunado! Estaba seguro de que le correspondería Gabriela.... ¡Buen chasco se ha llevado! ¡Muy merecido!... Pero, señoritas.... ¡, , no lo niegue usted!

Y no pensarás en otra, y no verás a otras muchachas, porque yo lo sabré.... Y no irás a la Plaza a oir a Gabrielita.... ¡Linilla! No pienses mal de .... Gabriela es guapa, elegante, y qué cosa más fácil que .... ¡Me enojo, Linilla!... ¡No; es pura chanza!... Pero, seriamente: ¿verdad que no pensarás en otra, aunque sea linda, hermosa, mejor que yo? Te lo juro, Angelina....

¡Aquí, Rodolfo! me dijo la señorita desde el velador. Verá usted qué linda colección. Y me mostró veinte o treinta acuarelas: flores, frutas y pájaros, pintados magistralmente. ¡Nunca vi a Gabriela más hermosa! Vestía galano traje azul, de un azul desvanecido, pálido, como el color del cielo en una mañana de otoño. Nosotros nos colocaremos en esa ventana.

Es persona de buen juicio y de mucha experiencia, pero se trata de su hija, y no le será grato saber que Gabriela y yo somos a estas fechas sabrosísimo plato para los villaverdinos maldicientes. Pensará que yo he dado motivo para esas conversaciones». Andrés vino a cenar conmigo. Don Román pasó con nosotros la velada, y al siguiente día, muy de mañana, salí camino de la hacienda.

Me amaba; había escuchado mis ruegos; me había dado su corazón, aquel corazón hecho pedazos por el dolor, y yo pagaba tanta ternura con el olvido. ¡No; mi conducta era infame, inicua, vergonzosa! ¿Qué amaba yo en Gabriela? ¿La hermosura, la discreción? También Angelina era hermosa y discreta. ¿La elegancia?

Pues ¡mejor, hijo, mejor! ¡Yo quiero mucho a Linilla!... Gabriela será muy elegante, muy bonita, muy rica, ¡cuánto quieras! pero donde está Angelina.... Era preciso irse. Bien, tía... dije levantándome ya es hora, de montar a caballo.... ¿No te despides de tu madrina? , ¡cómo no! Nos dirigimos a la recámara. Tía Carmen estaba cerca de la cama, sentadita en su sillón.

«Mientras yo sueño a todas horas contigo, mientras vivo pensando en , te complaces en dudar de mis palabras, y temes que, prendado de Gabriela y empujado por una ambición vulgar, desdeñe tu amor olvide que me amas y que vives para , y corra en busca de un enlace que me proporcione bienestar y riquezas.... ¿No piensas que me calumnias, que calumnias a tu Rodolfo?

Y entonces ella, que calla y oculta su secreto en lo más hondo del corazón, hablará también, y quedito, muy quedito, ¡así se dicen esas cosas! contestará: ¡Te amo!» ¿Cómo se hablan ustedes, de o de usted? ¡De usted, Gabriela! La señorita se echó a reir, y exclamó: Los labios dirán así... ¡pero los corazones no! En aquellos momentos oímos voces que nos llamaban.

, ya que Ricardo está enamorado de Gabriela, lo ; y también que por eso no habla con usted, ni le busca como antes. ¡Antes tan amigos! ¡Ahora enemigos a muerte! ¿Enemigos? ¿Quién ha dicho eso? , se pasan pero no se tragan.... Pero esté usted tranquilo, Rodolfo; Ricardo no es temible... ¡no es temible!

Ese joven a quien ya detestas, aunque no le conoces, no es digno del amor de Gabriela, y tarde o temprano, el mejor día, se casará, con alguna señorita más rica que ésta a quien ya amas. Gabriela le olvidará, y entonces.... ¡Ten calma! ¡Eres un muchacho sin experiencia!

Palabra del Dia

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