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Actualizado: 24 de junio de 2025
El centinela comprendió que á un héroe Aquellos huesos frios sustentaron: Sus lágrimas ardientes resbalaron Y su fusil al hombro levantó. ¿Quién es el héroe? preguntó, y un jóven De veinte Mayos é inspirada frente, Doblando la rodilla reverente En discurso elocuente respondió: DISCURSO
El chófer era un mestizo de enorme sombrerón y descalzo, que llevaba el fusil entre las dos manos fijas en el volante.
¿Has visto algún animal? le preguntó Cornelio, preparando el fusil. Mirad allí. ¿No veis moverse las plantas del río? Es verdad dijo el joven . ¿Habrá peces grandes en este arroyo? ¿O cocodrilos? exclamó Van-Horn. No contestó el Capitán . Allí tenemos un almuerzo espléndido, viejo mío.
Hace veinte años que oigo hablar de los rusos, de los austriacos y de los cosacos decía sonriendo el anciano Materne , y no me disgustaría ver algunos en la punta de mi fusil; eso siempre alegra el ánimo. Sí respondió Labarbe ; vamos a ver tipos curiosos; los niños de la sierra podrán contar anécdotas de sus padres y de sus abuelos.
El soldado disparó su fusil contra Desnoyers, hiriéndole en un hombro. Acudieron los franceses, matando al ordenanza. Luego cruzaron un vivo fuego con la compañía enemiga, que había hecho alto más allá mientras su jefe exploraba el terreno.
Hullin sostenía el fusil, y Catalina agitaba la mano como diciendo: «¡Vamos, vamos, ya está bien!» Gaspar, cogiendo rápidamente el fusil, se alejó con paso firme, sin volver la cabeza. En dirección opuesta, los del Sarre, provistos de picos y hachas, trepaban en fila por el sendero del Valtin.
¿Llevamos este fusil? Sí, quítale la cartuchera a ese que yo he tumbado, y vamos andando. Bautista entregó un fusil y una pistola a Martín. Vamos, ¡adentro! dijo Martín al demandadero.
Entonces la mujer, inclinándose fuera, llamó: ¡Cecco!... ¡Cecco! Y entró un mocetón muy fornido, verdadero tipo de cazador en vedado o de bandito, con su gorro de lana parda y su gabán de pelo de cabra. Al desembarcar ya me había fijado en él, al verle sentado a la puerta, con su pipa roja entre los dientes y un fusil entre las piernas, pero, ignoro por qué, había huido al aproximarnos.
Contraía sus manos al decir esto y guiñaba un ojo, lo mismo que si empuñase un fusil imaginario. Sonreía como si le halagase la ferocidad de sus recuerdos. Maltrana, ante el gesto de delectación homicida del aragonés, pensaba asombrado que aquel hombre era bueno. Había embellecido con su mansedumbre silenciosa los últimos años de la pobre Isidra; era un padre bondadoso para el travieso Pepín.
Riffi, el sastrecillo de Charmes, recordó las juiciosas palabras de su mujer Sapiencia: «¡Riffi, darás lugar a que te rompan un hueso, y te lo habrás merecido!» El pobre hombre hizo promesa de un ex voto magnífico a la capilla de San León si volvía de la guerra; pero al mismo tiempo se dispuso a utilizar cuanto pudiera el gran fusil de munición.
Palabra del Dia
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