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Actualizado: 28 de julio de 2025
Estaba acabándola cuando murió, y el pueblo romano llevó la pintura al Panteón, el día de los funerales. Hay quien piensa que La Transfiguración de Rafael, incompleta como está, es el cuadro más bello del mundo. Leonardo de Vinci sobresalió desde la niñez en las matemáticas, la música y el dibujo.
Después de recibir tan infausta noticia, sólo he salido de casa para ir a la iglesia. Yo espero que mi hermano estará en el cielo, porque mi hermana me dice que ha muerto en el seno de la religión cristiana. Estoy muy desconsolada, y mi alma sólo encuentra alivio en aquello que la aproxima a la Divinidad. Estos días hemos celebrado los funerales por el eterno descanso del alma de mi hermano.
Ella, con su Chichí al lado, saludaba á las personas conocidas, cumplimentando luego á los novios. Otro día eran los funerales de un ex presidente de República ó cualquier otro personaje ultramarino que terminaba en París su existencia tormentosa. ¡Pobre presidente! ¡Pobre general!... Doña Luisa recordaba al muerto.
En los funerales, ya en el vestido del difunto, ó ya para expresar por variedad de signos emblemáticos de paño negro y linón blanco el dolor de los sobrevivientes, había también una demanda frecuente de la clase de labor que Ester podía suministrar.
Una cosa, sin embargo, era evidente y en ello estuvieron de acuerdo Camilloff, el respetuoso Sa-Tó y la generala, que para tratar a la familia de Ti-Chin-Fú, formar en el séquito de los funerales y, en una palabra, introducirme en la vida de Pekín, era preciso, desde luego, vestirme con un traje conforme a las maneras y al ceremonial de los mandarines.
Salió de la vida ayudado por todos los últimos sacramentos; no quedó clérigo en la ciudad que no empujase en alma camino del cielo, con nubes de incensario en los solemnes funerales, y aunque los pillos, los rebeldes a la influencia del hijo recordaban aquellos días de mercado en los cuales el rebaño de los huertos venía a dejarse esquilar en su despacho de rábula, toda la gente sensata que tenía que perder, lloró la muerte del hombre digno y laborioso que, salido de la nada, había sabido crearse una fortuna con su trabajo.
Murió como un valiente De su Escuadron al frente Cargando con valor, En un túmulo inmenso Y en medio del incienso Del taco del cañon. No cánticos pagados... Sus voces sus soldados Alzaron en loor; No funerales fuegos... Ardientes lanzafuegos Brillaron en su honor. No triste terciopelo, Ni lágrimas de hielo, Ni orgullo y vanidad; Banderas le envolvieron, Y ¡vivas! le siguieron A la mansion de paz.
Si algo pudo mitigar el dolor de Fernando, fue el testimonio de respeto que en aquella ocasión se apresuró a darle la espuma de la sociedad madrileña: más de doscientos coches particulares siguieron el entierro de la pobre Mercedes; S. M. mandó el coche de respeto con los lacayos enlutados; después se recogieron a la puerta más de seiscientas tarjetas de pésame, y a los funerales que por el eterno descanso de su alma se celebraron en San Isidro, acudió un sinnúmero de personas de calidad, y en representación de S. M., el mayordomo de Palacio.
Viene a Tablanca para ofrecerle a usted personalmente toda la amistad y respeto que le merecieron las virtudes de don Celso, y a rezar por su alma en los funerales de hoy.
La misa... es un rito, uno de tantos ritos. ¿Y lo mismo da oírla que no? ¿Y para qué son los funerales? Otro rito... La que no pueda o no sepa dar a la Naturaleza lo que es de la Naturaleza y a la historia lo que es de la historia, que se calle... No hay tal muerte, hijas mías: la que tenga oídos, oiga... Esta es la verdad; morirse es cumplir una ley de armonía. ¡Vaya un lío que me arman ustedes!
Palabra del Dia
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