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Actualizado: 14 de junio de 2025
23 Cuando fuere joven virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se echare con ella; 24 entonces los sacaréis a ambos a la puerta de aquella ciudad, y los apedrearéis con piedras, y morirán; la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque forzó a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti.
Lo mismo se le dijo al padre de Zoraida, el cual respondió: ''Cualquiera otra cosa pudiera yo esperar y creer de vuestra liberalidad y buen término, ¡oh cristianos!, mas el darme libertad, no me tengáis por tan simple que lo imagine; que nunca os pusistes vosotros al peligro de quitármela para volverla tan liberalmente, especialmente sabiendo quién soy yo, y el interese que se os puede seguir de dármela; el cual interese, si le queréis poner nombre, desde aquí os ofrezco todo aquello que quisiéredes por mí y por esa desdichada hija mía, o si no, por ella sola, que es la mayor y la mejor parte de mi alma''. En diciendo esto, comenzó a llorar tan amargamente que a todos nos movió a compasión, y forzó a Zoraida que le mirase; la cual, viéndole llorar, así se enterneció que se levantó de mis pies y fue a abrazar a su padre, y, juntando su rostro con el suyo, comenzaron los dos tan tierno llanto que muchos de los que allí íbamos le acompañamos en él.
Nació Grecia cuando se defendió de Jerjes, y cuando su valor deshizo el poder de tan numerosos ejércitos, y forzó al bárbaro Monarca, que se retirase vencido, y pasase el estrecho de mar del Helesponto en una pequeña barca, que poco antes soberbio y desvanecido humilló con puente.
Con uno solo que quedase vivo No se me negaria el triunfo en Roma De haver domado esta nacion soberbia Enemiga mortal de nuestro nombre, Constante en su opinion, presta, arrojada Al peligro mayor y duro trance, De quien jamas se alabará Romano Que vió la espalda vuelta al Numantino, Cuyo valor, cuya destreza en armas Me forzó con razon á usar el medio De encerrarlos qual fieras indomables, Y triunfar dellos con industria y maña, Pues era con las fuerzas imposible.
Cuenta el sabio Cide Hamete Benengeli que, así como don Quijote se despidió de sus huéspedes y de todos los que se hallaron al entierro del pastor Grisóstomo, él y su escudero se entraron por el mesmo bosque donde vieron que se había entrado la pastora Marcela; y, habiendo andado más de dos horas por él, buscándola por todas partes sin poder hallarla, vinieron a parar a un prado lleno de fresca yerba, junto del cual corría un arroyo apacible y fresco; tanto, que convidó y forzó a pasar allí las horas de la siesta, que rigurosamente comenzaba ya a entrar.
14 Mas él no la quiso oír; antes pudiendo más que ella la forzó, y se echó con ella. Y le dijo Amnón: Levántate y vete. Mas él no la quiso oír; Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no pongas tu corazón en este negocio. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.
-Con todo eso, te has de sentar; porque a quien se humilla, Dios le ensalza. Y, asiéndole por el brazo, le forzó a que junto dél se sentase. No entendían los cabreros aquella jerigonza de escuderos y de caballeros andantes, y no hacían otra cosa que comer y callar, y mirar a sus huéspedes, que, con mucho donaire y gana, embaulaban tasajo como el puño.
Fragoso, habiendo visto un día trabajar al fox-terrier en un asunto de irara, que Yaguaí forzó a estarse definitivamente quieta, dedujo que un perrito que tenía ese talento especial para moder justamente entre cruz y pescuezo, no era un perro cualquiera, por más corta que tuviera la cola. Por lo que instó repetidas veces a Cooper a que le prestara a Yaguaí.
Que vayan a buchcarle; pero no, que voy a buchcarle yo michmo. Corrió a pie hasta la casa de su protegido, subió a saltos hasta el quinto piso, llamó sin lograr despertarle, y, enfurecido y colérico, no encontrando otro expediente, forzó a empujones la puerta de la habitación. ¡Cheñor L'Ambert! exclamó Romagné. ¡Tunante de auvernech! respondiole el notario. ¡Cheñor mío! ¡Chinvergüencha!
Siempre insensible al amoroso anhelo Tuve el ingrato corazón vacío: Mi llanto, agora, por el bien ansío, Lava presta será de un Mongibelo. ¿Quién, sino tú, señora, a tal mudanza Forzó a mi pecho helado y enemigo De todo amor y todo rendimiento, Que hoy espero sin sombra de esperanza, Vivo muriendo, y hallo mi castigo En la llama de amor que es mi tormento?
Palabra del Dia
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