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Las vistas de este soberano en ordenar este viage, no eran solamente de hacer alianza con estos pueblos bárbaros para intimidar á los españoles y encerrarlos por este lado, mas se extendian á otras ventajas independientes de estos motivos políticos.

No malograron los indios esta ocasion favorable que se les presentaba, y cargando de nuevo con el todo á los fugitivos, los siguieron hasta encerrarlos en la ciudad, en cuyo alcance perdieron la vida muchos de los nuestros.

Ya era demasiado tarde; ya no podría abrazar, antes de encerrarlos en el sepulcro, los restos queridos de aquella mujer que durante nueve meses me había llevado en sus entrañas, y en su corazón hasta el último instante de su vida.

En fin aquellos hombres acabaron por no entenderse, y fué preciso encerrarlos de nuevo en sus tumbas para que no se desacreditasen y no perdiesen sus títulos á la inmortalidad. Lo que veia el uno no acertaba á verlo el otro, aquel reputaba á este por estúpido, y este á su vez le pagaba con la misma moneda.

En mal hora para y para castigo de mis culpas, dijo con la voz balbuciente, fui yo a esta casa venido anoche; y no os digo por qué, aunque bien podéis figuraros la causa; que prohibido me está severísimamente, y bajo pena de grave censura, el que más de la cuita en que estoy agonizando hable, ni con vos ni con nadie, ni aun conmigo mismo: quejas hanse dado hoy a la Inquisición, porque en vez de prenderos a vos, señora, al rapista Viváis-mil-años prendí; y yo no quién pudo dar esta queja; pero es lo cierto, que puesto que el rapista haya dado en otras ocasiones motivos o sospechas para que la Inquisición le prenda o le aperciba, por lo de ahora limpio está de acusaciones y sospechas, y le han soltado, y en su casa se halla, insolente y ufano y satisfecho, diciendo que a un tal católico apostólico romano como él, no hay quien en materias de fe le meta el diente, y que si hay malos ministros que, por servir a hermosas damas, a los buenos católicos llevan a la Inquisición a encerrarlos, este tribunal, en su justicia y en su sabiduría, al atropellado suelta y le satisface, y a sus temerarios o tal vez malévolos familiares, que a tanto osan, reprende, apercibe y penitencia.

Ha comprendido la intención de su hermano; va a alzar el puente levadizo para encerrarlos en la isla... ¡Y justamente detrás de Gertrudis pende la cadena que hay que tirar para levantar el puente! Su primer pensamiento es: «Defiende a la mujerSe arranca de los brazos de Gertrudis y transpone de un salto el talud de la orilla, para ofrecerse como víctima al furor de su hermano.

Fue cosa del hígado, del corazón o del estómago; sobre esto no se pusieron de acuerdo los doctores; lo único indiscutible fue que cayó lánguidamente y sin ruido, como esos pájaros a quienes el lazo traidor arranca del espacio para encerrarlos en una jaula. Fue un luto estrepitoso el de doña Manuela.

Con uno solo que quedase vivo No se me negaria el triunfo en Roma De haver domado esta nacion soberbia Enemiga mortal de nuestro nombre, Constante en su opinion, presta, arrojada Al peligro mayor y duro trance, De quien jamas se alabará Romano Que vió la espalda vuelta al Numantino, Cuyo valor, cuya destreza en armas Me forzó con razon á usar el medio De encerrarlos qual fieras indomables, Y triunfar dellos con industria y maña, Pues era con las fuerzas imposible.

Era tan hombre como los cazadores selváticos de Colmenar, gentes duras y amigas de la pólvora, que perseguían a los guardas de árbol en árbol, hasta encerrarlos en sus casuchas. La noche que el Mosco salía con escopeta y dejaba en casa el hurón, la turba de inocentes dañadores estremecíase de inquietud y de orgullo. Aquel era un hombre.

Desde luego, los hombres que siguen viviendo después de muertos siguen siendo capaces de hacer bienes y males pues esto es la característica de la vida y estando ya fuera del alcance de los medios defensivos y represivos, no quedaba más remedio inmediato que encerrarlos bajo la tierra, clavados por el centro del pecho con una sólida estaca o asegurados con una piedra pesada sobre la fosa, para que no pudieran salir a molestar a los vivos con sus rencores insaciados o sus venganzas pendientes, que fue el lejano origen de los mausoleos modernos, según Grant Allen, o, finalmente, enterrarlos "en sagrado" y hartarlos de responsos, misas, novenas y rosarios, para que el ánima del muerto no salga en fantasma errante a penar por este mundo, hambrienta de oraciones de sus deudos, amigos y conocidos, para conseguir indulgencias en el otro.