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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Muy niña aún, permanecía al lado del fogón con su libro de lecciones o vigilaba la lejía al mismo tiempo que hacía sus redacciones. Desde que fue mujer, agregó todos los deberes que le imponía mi instrucción a las preocupaciones sin número que da una gran casa a la que la dirige.
Era un placer muy picante, según ella. Esto les recordó mejores días. El sol que se acercaba al ocaso, entraba hasta los pies de la cama y envolvía en una aureola a aquella pareja de aturdidos. El calor del fogón, las bromas y la faena habían encendido brasas en las mejillas de Obdulia; una oreja le echaba fuego. Estaba excitada, quería algo y no sabía qué.
Trajo del portal un brazado de astillas de pino, y sobre la piedra del fogón las dispuso artísticamente en pirámide, cebada por su base con virutas, a fin de conseguir una hoguera intensa y flameante. Tomó del vasar un tarterón, en el cual vació cucuruchos de harina y azúcar, derramó agua, cascó huevos y espolvoreó canela.
En torno del monumental fogón, que ocupa casi la mitad de aquel vasto aposento, bien pudieron calentarse simultáneamente con holgura los sesenta servidores de S. M. En cuanto á las hornillas, puede asegurarse que infundirían verdadera veneración cuando estaban en ejercicio, así como hoy su yerta desnudez y triste arrumbamiento infunden melancólicas reflexiones.
Al aparecer yo en la cocina, cesó el recio clamoreo de la empeñada conversación que me había parecido disputa desde el pasadizo inmediato, y todas las personas del grupo se encararon conmigo de repente. Descubríme yo entonces y avancé algunos pasos hacia la meseta del fogón. ¡Hola, hola! exclamó mi tío al verme . Ya vienes en busca de la gracia de Dios, ¿eh?
Nuestra visita principió por el Recibo, donde sólo había que ver una gran chimenea, digna de competir con las llamadas de campana: tan enormes eran su tragante y su fogón.
La chimenea de la cocina en aquel momento echaba chispas que subían destacándose sobre las velas. Supusimos que al cocinero lo encontraríamos en su garita entre sus cacerolas, y, efectivamente, lo vimos junto al fogón. Ryp no intentó resistir; se rindió y dijo que conseguiría la sumisión inmediata de sus paisanos. Efectivamente, así fué.
El dueño le presentó a sus hijas, unas chicas bastante feas, con los ojos torcidos y los pies muy chiquitos... en fin, VV. ya habrán visto a algún chino. Parecían amables, y mi amigo quedó muy satisfecho del recibimiento que le hicieron. No quedó tan contento de la madre, esposa de nuestro chino. Era una vieja que estaba al lado del fogón picando cebolla, así como está ahora Rufa.
Traía las mejillas sonrosadas, y ella era pálida; también parecía haber estado al lado de un fogón como Visita y Obdulia; en sus ojos había un brillo seco, destellos de alegría que se difundían en reflejos por todo el rostro. Venía con cara de sonreír a sus ideas.
El fogón de la buñolería era un pebetero de la peor especie, que perfumaba de grasa toda la plazuela, irritando pegajosamente los olfatos y las gargantas.
Palabra del Dia
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