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No era grande, pero estaba restaurada recientemente con bastante lujo. Solo tenía un piso alto, con dos balcones miradores, y uno bajo, con dos grandes ventanas enrejadas. El pavimento del portal era de mármoles finos; la cancela, elegante con delicados trabajos en los hierros; el patio, no grande, con primorosa arquería de jaspe, lleno de plantas y flores.

Yo no quiero hacer un centón tan deplorable. Yo quiero coger vivas las aves, las flores, cuanto tiene ser en la estación vernal, y trasladarlo a este papel, y de este papel a la imprenta: operación más difícil de lo que se imagina.

28 Y vistió de oro los querubines. 29 Y esculpió todas las paredes de la Casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmas, y de botones de flores, por dentro y por fuera. 30 Y cubrió de oro el solado de la casa, adentro y afuera. 31 Y a la puerta del oratorio hizo puertas de madera de oliva; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas.

Dijo simplemente: Usted me mima demasiado, Juan. Gracias, amigo mío. Y como él se excusase respondiendo fríamente: Esto es completamente natural; yo que a su mamá le gustan las flores. Pero ¿y los helados? ¡Oh! no me he olvidado que cierta señorita era muy golosa, en los tiempos lejanos en que me convidaba a sus banquetitos, a condición de que yo no comiese nada. Se rieron.

El parque se ha ensanchado; actualmente comprende la llanura entera; grandes columnatas se levantan sobre la verdura, chorros de agua caen por encima de los macizos de flores, y alegres niños corren por sus avenidas.

Se cubre con un toldo de lona, se bajan los muebles y comienza la vida verdaderamente andaluza. No era muy grande ni confortable el de las de Anguita, pero tenía, como todos, el encanto de las plantas y flores. De los arbustos pendían algunas jaulas con pájaros. El suelo, de azulejos rojos y amarillos.

Buscar algún bonito tiesto de bonibus, hija; no se os ocurre nada dijo Guillermina, volviendo a la sala , y en las ramas verdes atáis flores de trapo, y resulta muy bonito . Vaya, Juan Antonio, no más clavazón; ya están bien sujetas las cortinas. Ahora, cuélgueme usted la Virgen de las Angustias debajo del Señor, y a los lados...

La Virgen, con toda su carga de joyas, flores, farolas, y hasta con el pesado palio, bailaba al son de la música.

Parecía que a través de los ramilletes pasaba un soplo primaveral que daba a las flores vida y lozanía. Los niños, atraídos por tanta belleza, dejaban sus sillitas, y paso a paso se iban colocando en torno de la florista. Con las manos detrás, ocultando el libro, permanecían largo rato, embobados y boquiabiertos, delante de tantas maravillas. A las doce concluía la tarea.

Aquel libro está impreso con permiso del Arzobispo, ¡abá! Julî, impaciente y deseando cortar la conversacion, suplicó á la devota que fuese si gustaba, pero el señor Juez observó eructando que las súplicas de una cara joven mueven más que las de una vieja, que el cielo derramaba su rocío sobre las flores frescas en más abundancia que sobre las secas. La metáfora resultaba hermosamente malvada.