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Actualizado: 14 de mayo de 2025


De pronto se abrió la puerta situada frente a esta pieza y apareció la prima de Magdalena. Siguiendo el consejo de ésta se había puesto Antoñita un sencillo traje de crespón rosado sin adornos ni flores, y no ostentaba ni aun la más insignificante joya: no podía estar vestida con más sencillez ni ver realzada de un modo más adorable su belleza hechicera.

No podía dudarse que era hija de los heimatshlos errantes y vagabundos, aunque no fuese tan salvaje como ellos. Hullin se lo perdonaba todo: comprendía su carácter, y muchas veces le decía riendo: Mi querida Luisa, con las provisiones que nos traes esas gavillas de hermosas flores y de espigas doradas nos moriríamos de hambre en tres días.

Esas flores y la fecha puesta debajo de aquellas palabras, hicieron pensar a Ferpierre que se trataba de algún suceso más digno de atención, al cual la Condesa atribuía especial importancia. Continuó leyendo y encontró otro párrafo en el que se detuvo mayor tiempo.

Circúndanla aun huertas deleitosas salpicadas de flores; báñanla arroyos cristalinos cuya sonora corriente se desliza entre campos de verdura; cércanla á distancia montes escarpados en cuyas cimas se destacan sobre el azul del cielo ruinas imponentes de antiguas fortalezas.

Las flores de mis aposentos se marchitan y nadie las renueva; la luz me parece una antorcha fúnebre, y cuando mis amadas vienen envueltas en la blancura de sus peinadores a acostarse en mi lecho, lloro, como si viera la legión amortajada de mis alegrías muertas. Me siento morir. Tengo ya hecho mi testamento. En él lego mis millones al Diablo, le pertenecen; él que los reclame y los reparta.

Las facultades de Barbarita se desarrollaron asociadas a la contemplación de estas cosas, y entre las primeras conquistas de sus sentidos, ninguna tan segura como la impresión de aquellas flores bordadas con luminosos torzales, y tan frescas que parecía cuajarse en ellas el rocío.

Desde la casa de D. Juan Mendoza, en donde posaba la emperatriz, hasta el altar mayor de la iglesia de San Pablo, se hizo un pasadizo muy enramado y con muchas flores y rosas, limones y naranjas y otras frutas. Había arcos triunfales, y en cada uno de ellos muchos retablos. En el primero hicieron un auto; en el segundo, tercero y cuarto otro auto.

«Inagotable manantial de vida «Que fecunda la savia bendecida «Del árbol de la sacra libertad; «Árbol que ostenta flores inmortales «Teñidas de colores celestiales, «Con que perfuma Dios la humanidad.

La pequeña iglesia no contenía más altares que el que estaba en el fondo, y que se hallaba a la sazón adornado con un Belén.... Las paredes, por todas partes, estaban lisas, y, entonces, los vecinos las habían decorado profusamente con grandes ramas de pino y de encina, con guirnaldas de flores y con bellas cortinas de heno, salpicadas de escarcha.

Como quien tras una pesadilla recobra el sentido de la realidad, se le fue borrando del pensamiento la melancolía; tornó a cuidar de su persona, vigiló el jardín cuyas flores escogía para su cuarto, y por fin, una noche, después de haber estado tocando un rato el piano, por distraer a su padre, se arrojó en sus brazos, deshecha en lágrimas, diciéndole sólo estas palabras: ¡Perdóname, porque nunca me separaré de ti!

Palabra del Dia

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