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No recuerdo si he dicho que el maestro era joven, cosa, de todas maneras, de poca trascendencia. Educado severamente en la escuela en que Sofía dio sus primeras lecciones, a pesar de todo resistió como un hermoso y joven espartano, las flexibles curvas y fascinadoras miradas, en cuyo ascetismo tal vez pudo contribuir lo exiguo de la comida que tomaba.

Hasta las colonias de plantas extrañas á la naturaleza libre, son respetadas, al menos por algún tiempo: sobre una cornisa de tierra rebajada que ha quedado suspendida al flanco de la ribera, veo balancearse las cañas flexibles de una mata de avena, humilde colonia de esclavos fugitivos aventurados en un mundo de libres héroes bárbaros.

La mies se corona de espigas doradas, Y el cielo se esmalta con nubes de azul, Las flores se envuelven con hojas variadas, Y en gajos flexibles el verde abedul. Se ciñe el guerrero con palma triunfante, El rey con diadema circunda la sien, La falsa coqueta prefiere un diamante, Que á par de ella, muchas prefieren tambien.

El criado se los introdujo en altas medias que le llegaban a mitad del muslo, gruesas y flexibles como polainas, única defensa de las piernas bajo la seda del traje de lidia. Cuida de las arrugas... Mira, Garabato, que no me gusta yevar bolsas. Y él mismo, puesto de pie, intentaba verse por las dos caras en un espejo cercano, agachándose para pasar las manos por las piernas y borrar las arrugas.

Parece como si la invención se prodigara en demasía, como si sus hilos no se entretejiesen formando confusa urdimbre; pero no puede negarse á Mira de Mescua la gloria de haber ideado muchos argumentos tan interesantes como flexibles, que con razón han sido populares en el teatro español, aunque poetas posteriores hayan segado la mies, que él sembrara.

Accionaba la viejecilla de una manera gráfica, expresando tan bien, con el mover de las manos y de los flexibles dedos, cómo la cama del tacaño se contaminaba de sus ruines pensamientos, que Torquemada la oía con verdadero furor, asombrado de tanta ingratitud; pero ella, firme y arisca, continuó despreciando el regalo: «Pos vaya un premio gordo que me caía, Santo Dios... ¡Pa que yo durmiera en eso!

La tayabense jamás deja el tápiz; monta admirablemente y cifra su orgullo en su traje de montar y en la riqueza de los atalajes de su caballo. Todas montan al lado izquierdo y desconocen el uso de la espuela, sustituyéndola con flexibles latiguillos que suspenden de la muñeca con una cadenita de plata.

Cuando el indio pasa por delante de sus flexibles palmas agobiadas por los compactos racimos de sus frutos, si se ha desmoronado una piedra coloca otra, si se ha torcido un pono lo apuntala, si una planta exótica abraza un tronco la arranca, y cuando nada de esto hace porque nada falta, se quita el sombrero, lleva los dedos á la frente, hace la señal de la cruz y murmura una oración.

Y contad aquel día cuando os cojía al borde del sendero, entre las ruinas del feudal castillo orilla al Neckar o en la selva umbría. Contad lo que os decía, cuando, con gran cuidado, entre las páginas de un libro usado vuestras flexibles hojas oprimía.

Ya las flexibles manos del cominero acariciaban la parte por donde la tapa del doble fondo se levantaba. Rosalía invocó a todos los santos, a todas las Vírgenes, a la Santísima Trinidad, y aun se cree que hizo alguna promesa a Santa Rita si la sacaba en bien de aquel apuro.