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Actualizado: 8 de junio de 2025
También en el acto tercero los celos de la princesa d'Elide de la dama, á quien el Príncipe finge querer, comparados con los de la Diana del español, semejan una débil luz al lado de un fuego abrasador .»
El acento de ansioso estupor con que hacía esa pregunta parecía sincero. ¡Vamos, vamos! ¿Quiere usted todavía hacerme perder más tiempo? ¿Le duele a usted verla perdida? ¿No sabe usted que esa mujer le ha amado? ¿No se da usted cuenta de que la responsabilidad moral de tanta ruina pesa sobre usted únicamente? ¿Finge usted estupor después de haber mentido?
Calderón finge que Heraclio, hijo de Mauricio, escapó efectivamente de la matanza de toda su familia, y que el usurpador Focas no se creía seguro hasta encontrarlo también y matarlo. El tirano encuentra, al fin, dos mancebos, criados en un desierto por un viejo servidor de Mauricio, siendo uno de ellos hijo de su predecesor asesinado, y suyo el otro, robado en sus primeros años.
Recuerdo como pronunciadas las palabras que soñé para dichas por ella junto a mi oído; la imaginación se finge las amorosas respuestas, la memoria quiere engañarse a sabiendas, y los antojos de la fantasía se confunden con las reminiscencias de la realidad.... Ya no tendré estímulo para el bien, ni energía contra el mal.
Valero comenzó a sacudir la cabeza de un modo desesperado. Los demás le miran y sonríen. Saleta no lo advierte, o finge no advertirlo, y continúa con la palabra firme y sosegada y el acento gallego que le caracterizaban: Después perdí enteramente el miedo. En la Coruña me sacó un dentista cinco seguidas.
Con suave arrullo o con feroz empuje, como la lira acaso del poeta, el mar, o canta o ruje, y en su canción o en su rugido inquieta finge la mente del absorto vate recuerdos de un ayer que va pasando, de su lira en las cuerdas evocando los "gritos del combate".
Finge que te ausentas por dos o tres días, como otras veces sueles, y haz de manera que te quedes escondido en tu recámara, pues los tapices que allí hay y otras cosas con que te puedas encubrir te ofrecen mucha comodidad, y entonces verás por tus mismos ojos, y yo por los míos, lo que Camila quiere; y si fuere la maldad que se puede temer antes que esperar, con silencio, sagacidad y discreción podrás ser el verdugo de tu agravio.
Ha admitido en su casa á un estudiante, que, según dice, es su primo, y se finge enferma para solazarse con él á sus anchas. El pobre hombre tiene que salir en busca de un médico, y hasta tomar la medicina que aquél prescribe, puesto que su mujer se empeña en que sólo así producirá el efecto deseado.
El herido se llama Don César, y finge haber sido atacado por ladrones; pero, en realidad, es un caballero del séquito del conde de Montpellier, que ha sufrido ese percance por mandato de su Soberano; estaba en relaciones amorosas con la bella Doña Serafina, amada también del Conde, y un día desenvainó contra él su espada, al intentar penetrar primero en el aposento de su amada, y, aunque huyó después de cometer este atentado, la venganza del Conde le alcanzó en su huída; es acogido con benevolencia en la corte de Bearne, en donde calla todos esos sucesos; el Duque le nombra su secretario, después de curado, y la Princesa siente por él cierta inclinación amorosa, á la que él no corresponde, ni siquiera atiende, dominado sólo por su antiguo amor.
Es la yanqui, la señora que come cerca de nuestra mesa murmuró Isidro . Habla con poca gente; apenas se saluda con algunas viejas de a bordo; rehúye el trato de los demás... Yo soy el único hombre con quien cambia el saludo, pero cuando intento hablarla finge que no me entiende... Y sin embargo, adivino en ella un carácter alegre y varonil: debe ser un agradable compañero; no hay más que ver con qué gracia sonríe. ¡Qué hoyuelos tan cucos se le forman junto a la boca!, ¡cómo se le aterciopelan los ojos!... Pero no hay confianza todavía entre las gentes de a bordo; parece que estamos todos de visita.
Palabra del Dia
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