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Actualizado: 8 de mayo de 2025


El otro día llegué, y me las encontré llorando, llorando a lágrima viva. ¿Qué pasa? pregunté. «Nada: ¡que Angelina se fué!...» Pero ya verás, muchacho, ¡como todo eso pasa! Lo que es ahora, cuando llegues... ya verás.... ¡Buen rato vas a darles! ¿Por qué, doctor? Ya vino Fernández... hablé con él, y me dijo que el quince de Abril te espera en la hacienda.

Llegamos a la tienda de «La Legalidad». ¿Entras? me dijo. ¿Quieres un refresco? No; voy a tomar chocolate con las tías, y luego a casa de don Carlos. ¿A qué hora saldrás de allá? Después de los fuegos, o, si puedo, antes. Te aguardaré en la esquina de la parroquia. Pasa por a la casa del señor Fernández. No.... ¿Por qué no?

Don Leandro Fernández de Moratín, que visitó á Sevilla por entonces, así lo consigna, y otros escritores de la localidad hacen memoria en diversos trabajos de lo ameno del paseo y de la multitud que á diario lo frecuentaba.

D. Eugenio Fernández for aid in the interpretation of several passages and in the correction of accentuation, to Professor J. D. M. Ford for valuable suggestions, and to Sr. D. Manuel Saavedra Martínez, Professor in the Escuela Normal de Salamanca, for information not easily accessible.

El vientre dijo Fernández. ¿Y el otro? Caída señaló la aguja. Caída de caballo, ¿verdad? Si. ¡Ya lo creo que sería! exclamó levantando la cabeza con expresión triunfal . Federiquito era un temerario que montaba los caballos salvajes en pelo. ¡Cuántas veces le he dicho a su madre que a ese chico le mataría un caballo!

Depuesto en Avila el rey D. Enrique IV y elevado al trono en su lugar su hermano el infante D. Alonso, declaráronse en Córdoba por el intruso el inquieto D. Alonso de Aguilar y otros grandes caballeros con D. Martin Fernandez, alcaide de los Donceles; y por el rey legítimo el obispo, el conde de Cabra y otros caballeros principales: con lo que quedó la ciudad dividida en dos poderosos bandos que se hicieron sangrienta guerra.

Alarmáronse los parciales del Gobierno, y el señor Fernández Gallego, que entre los curiosos andaba agazapado, frunció el acento circunflejo que sobre la nariz tenía, a la vista de aquella nube de bárbaros hambrientos que salían de los bosques talados de la Revolución y amenazaban invadir las fértiles llanuras del presupuesto, que ellos solos cultivaban. ¿Cuál sería la actitud del monarca?

E prendieron á Pedro Fernandez Benedeba que era mayordomo de la iglesia de los señores dean é cabildo, que era de los mas principales dellos é tenia en su casa armas para armar cient hombres é á Juan Fernandez Abalasia que habia sido mucho tiempo alcalde de la justicia, é era gran letrado é á otros muchos é mui principales é mui ricos; á los quales tambien quemaron, é nunca les valieron las riquezas.

«Después que leia la carta en que me decías que ibas a colocarte en la hacienda del señor Fernández me puse muy triste. ¿Por qué? ¡Dios lo sabe! Como eso es bueno para debía yo ponerme alegre, muy alegre, pues con ese destino ya no tendrás dificultades y tu vida será más tranquila; pero voy a confesarte una cosa, aunque te rías de .

También celebró justas esta ciudad para solemnizar el nacimiento del infante Don Alonso, expidiéndose libramiento al mayordomo del Cabildo, en 24 de Febrero de 1454 en que se mandó á Pedro Fernández Marmolejo Veinticuatro y Procurador mayor de la Ciudad y al Jurado Antón González de Almonte fiel ejecutor, «que fiziese tomar e tomase el paño que entendiesen que fuese menester para la tela en que se auían de faser las dhas. justas las quales tomaron de pero de xerez trapero e de ferrando martinez tondidor dos pieças e media de paño azul e pardillo de que se puso la dha. tela el qual dho. paño monto segund lo ellos igualaron 4250 mrs. a raçón de 1700 mrs. cada pieça

Palabra del Dia

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