Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de mayo de 2025
Llegóse el día de la partida de don Antonio, y el de don Quijote y Sancho, que fue de allí a otros dos; que la caída no le concedió que más presto se pusiese en camino. Hubo lágrimas, hubo suspiros, desmayos y sollozos al despedirse don Gregorio de Ana Félix.
The next few years following this return to the capital were made sorrowful to Lope by the sickness and death of both his wife and his beloved little son, Carlos Félix, in whom the father had founded the fondest hopes. Then it was that Lope, now past the fiftieth year of his age, sought refuge, like so many of his contemporaries and compatriots, in the protecting fold of the Church.
Don Félix se esconde, accediendo á los ruegos de su amada, y averiguando desde su escondite que Don Antonio es el mismo caballero, herido por él en Granada; y aun cuando este descubrimiento lo soliviante naturalmente, al presenciar los extremos amorosos del visitante con su dama, le es ya imposible contenerse: preséntase con la espada desnuda, y, cuando ambos combaten, se anuncia la llegada de Don Iñigo.
Si alguien hubiera tenido entonces fija la vista en el rostro de Félix, le hubiera visto demudarse; pero nadie notó que aquel hombre frunciera un instante el entrecejo, mordiéndose los labios, como para no decir lo que desde el fondo de la conciencia les mandaba la dignidad ultrajada.
Debajo del árbol, en la tierra y sobre la hierba húmeda, se veían algunas gotas de sangre, pero Martín había huído. No tenga usted cuidado, señorita le dijo a Catalina una de las criadas . Martín ha podido escapar. La señora de Ohando, que se enteró de lo ocurrido por su hijo, llamó en su auxilio al cura don Félix para que le aconsejara.
Don Félix no admitió este arreglo, quedó disuelto el acto, y a instancia suya fue expedido por el juzgado de primera instancia de Lada despacho de ejecución contra el molinero, por valor de los catorce mil reales. Detrás de ellos, algunos curiosos que les habían visto cruzar por el pueblo, los cuales se mantuvieron un trecho separados de la casa esperando ver en lo que paraba aquello.
Reincorporóse y redújose el renegado con la Iglesia, y, de miembro podrido, volvió limpio y sano con la penitencia y el arrepentimiento. De allí a dos días trató el visorrey con don Antonio qué modo tendrían para que Ana Félix y su padre quedasen en España, pareciéndoles no ser de inconveniente alguno que quedasen en ella hija tan cristiana y padre, al parecer, tan bien intencionado.
Cerráronse las puertas y D. Félix, sin querer tomar nada de lo que D.ª Robustiana le ofrecía, se retiró á su habitación. Manolete en la cocina de abajo estuvo largo rato narrando á los mayordomos y á la servidumbre los incidentes de la enfermedad y muerte de la señorita. Al día siguiente D. Félix no quiso salir de su cuarto ni recibir á nadie.
Es que D.ª Robustiana está llorando y dice que su marido no va á Langreo, sino á Bimenes en busca de una viuda que se llama Celedonia manifestó con graciosa entereza la chica. D. Félix abrió los ojos sorprendido y al instante brilló en ellos una sonrisa maliciosa. ¡Este Regalado! exclamó sacudiendo la cabeza con amable condescendencia.
No ignoraba que todo hombre es útil en algún momento de su vida, y que ese es el instante que debe aprovecharse. Pensó en la senaduría, y añadió para sus adentros: ¡Quién sabe! Desde que tal idea cruzó por su mente, le empezó a distinguir sobremanera; dejó de llamarle Aldea, y tomó la costumbre de llamarle Félix.
Palabra del Dia
Otros Mirando