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Actualizado: 10 de mayo de 2025
En aquel instante hubiera trocado su belleza, su juventud, sus galas y los encantos de su mundo, por la fealdad y la tristeza y la soledad de la Esfinge, si con todo esto le daba también el sosiego de su conciencia. Porque era una triste gracia que una señorona como ella lo pudiera todo, menos hablar de cosas tan triviales delante de un matrimonio de drogueros, sin caérsele la cara de vergüenza.
Y, puesto que el principal intento de semejantes libros sea el deleitar, no sé yo cómo puedan conseguirle, yendo llenos de tantos y tan desaforados disparates; que el deleite que en el alma se concibe ha de ser de la hermosura y concordancia que vee o contempla en las cosas que la vista o la imaginación le ponen delante; y toda cosa que tiene en sí fealdad y descompostura no nos puede causar contento alguno.
Me sabía de memoria su fealdad, sus presunciones y bambollas, su incurable fisgoneo, y estaba bien avezada a sus bachilleradas y pegoterías, sin que nada de ello influyera desfavorablemente en el sentimiento, de compasión más que de otra cosa, que las pobres señoras me inspiraban; pero en aquella ocasión me pareció, su fealdad insoportable, me repugnaba el buen apetito con que comían, y me causaban escalofríos y convulsiones su voz, sus palabras y sus ademanes.
Soy impura, pero no es mi sangre, son mis lágrimas las que deben limpiar las impurezas de mi pecado. Hago mal en temer la vejez, la fealdad y las enfermedades que han de sobrevenirme. Hago mal en temer el abandono y el aislamiento en que voy a encontrarme y el desprecio con que me mirarán cuantos seres humanos me rodeen.
Maltrana besó aquel hermano inesperado que de repente surgía en su familia; vio en el lío de ropas mojadas y malolientes una cabeza enorme sobre un cuello delgado; un cuerpecillo débil que anunciaba una fealdad igual a la suya. Desde entonces dividió sus caricias entre el chiquitín y el pobre Capitán, que parecía celoso de este huésped que monopolizaba todas las atenciones de la familia.
Ante este bien todo es miseria; ante esta hermosura es fealdad todo; ante esta felicidad, todo es infortunio; ante esta altura todo es bajeza. ¿Quién no olvidará y despreciará por el amor de Dios todos los demás amores? Sí: la imagen profana de esa mujer saldrá definitivamente y para siempre de mi alma.
La luz, al fin, se apaga, y Ferragut se encuentra en inmunda caverna y entre los brazos de horrible y asquerosa vieja, cuya fealdad abominable ve á la luz de la luna, y cuyos secos brazos y cuyas manos, á modo de garras, le retienen sin dejarle escapar.
Murió la viuda del sacristán, dejando a su hija Rosa con cuarenta y cinco años bien contados y una fealdad que se veía de lejos. Lo que más contribuía a esta desgracia, eran las funestas consecuencias de las viruelas.
Los rebaños se esparcían por las faldas marcándose sobre el verde fondo, como enormes piedras blancas, las ovejas de gruesos vellones. A lo lejos, sonaba el chirrido de invisibles carretas. Aresti llegó al monasterio á las siete. Su aspecto monumental y aparatoso, su fealdad solemne, contrastaban con la soledad y el silencio de los campos.
Para prueba de lo cual ya sabes, ¡oh Sancho!, por experiencia que no te dejará mentir ni engañar, cuán fácil sea a los encantadores mudar unos rostros en otros, haciendo de lo hermoso feo y de lo feo hermoso, pues no ha dos días que viste por tus mismos ojos la hermosura y gallardía de la sin par Dulcinea en toda su entereza y natural conformidad, y yo la vi en la fealdad y bajeza de una zafia labradora, con cataratas en los ojos y con mal olor en la boca; y más, que el perverso encantador que se atrevió a hacer una transformación tan mala no es mucho que haya hecho la de Sansón Carrasco y la de tu compadre, por quitarme la gloria del vencimiento de las manos.
Palabra del Dia
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