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Los bueyes volvían del trabajo y aquél era el momento en que la granja se animaba. Uncidos por dos o tres parejas, porque a causa de la pesadez de las tierras mojadas se hacía necesario triplicar las yuntas, llegaban arrastrando el timón del arado, el hocico hinchado y húmedo, los cuernos bajos, las fauces agitadas, con barro hasta en el vientre.

Cuando era pequeño y madó Antonia le acompañaba en sus paseos por la costa de Sóller, se habían entretenido muchas veces dando cuerpo y nombre, con un esfuerzo de imaginación, a las nubes que se juntaban o se esparcían en una incesante variedad de formas, viendo en ellas tan pronto un monstruo negruzco de inflamadas fauces como una virgen entre celestes resplandores.

El oro, al pasar por ellas, parecía purificarse sin dejarlas manchadas. Cumplida su misión de caridad, Lázaro se encerró de nuevo en sus soledades, y entonces las dudas, muertas al parecer aquellos días, tornaron a mostrarle las insaciables fauces, semejantes a esos reptiles asquerosos que después de aplastados vuelven a revivir y arrastrarse.

Porque la vanidad, el demonio de las mujeres «de mundo», la poseía de pies a cabeza; y por eso, solamente era devota y benéfica en cuanto sus actos pudieran lucir en honra y gloria de sus humos de aristócrata acaudalada, y se dejaba arrastrar sin resistirse hacia las fauces del monstruo que la fascinaba, como el borracho contumaz hacia el lento suplicio de la taberna.

Durante las primeras horas de la alta noche, Nieves se despertó muchas veces: aun dormida oía aquel borboteo de la mar relatando el suceso a todo el mundo y reclamando la presa que le habían arrebatado de las fauces; pero estaba en la flor de la vida, a la edad en que las heridas no ahondan tanto como duelen; su quebranto físico era grande, porque el batallar del día había sido de prueba; y al cabo, la rindió un sueño reparador y tranquilo del que no despertó hasta bien entrada la mañana.

Grandes fauces ha menester... pero por falta de apetito no lo dejará indicó Gracián dignándose sonreír un poco. Cordero dio un suspiro y dijo: Veremos quien traga a quien.... Repito que las noticias que me han dado mi primo y Rufetillo... yo siempre le llamo Rufetillo... no son espeluznantes.

Estaba Papitos arreglando el cuarto de sito Maxi, donde se puso la cama para el cura, que debía llegar al día siguiente por la mañana. No veía el estudiante con buenos ojos este arreglo, porque siempre que su hermano Nicolás venía a Madrid y dormía en aquel cuarto le espantaba el sueño con sus ronquidos. Eran sus fauces y conducto nasal trompeta de Jericó con diferentes registros a cual peor.

Nada, sino que la gente da en decir que ... Aquí el ex-covachuelista se detuvo, como si efectivamente se le atragantara una cosa en las fauces. ¿Qué yo? ... ¿á ver? ¿qué? dijo la patrona, soplando los carbones.

Duermen los caimanes a lo largo de la playa, sobre las blancas arenas doradas por el sol, tendidos, las fauces abiertas, inmutables como aquellos que ahora quince mil años reinaban, seres divinos, sobre la crédula imaginación de los egipcios.

Sentado en un rincón al lado de su suegro, departía con él amigablemente sobre asuntos serios, remojando á menudo las fauces con sendas cañas de manzanilla. Ni la misma Pepa con sus ruegos logró moverle de la silla. Entonces el señor Rafael, enojado de aquella falta de galantería, se levantó exclamando: Ea, chiquilla, deja á ese gallego y humíllate á dar cuatro pataditas con este pobre viejo.