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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Toda la familia se había lanzado á la puerta, devorando ansiosa el obscuro horizonte, convencida de que las detonaciones que alarmaban la vega tenían alguna relación con la ausencia del padre. Locos de alegría al verle y al oir sus palabras, no se fijaban en su cara manchada de barro, en sus pies descalzos, en la ropa sucia y chorreando fango. Le empujaron hacia dentro.

Hay los dos pabellones de París, donde se aprende a cuidar una ciudad grande. Hay talleres por los arrabales de la Exposición, donde se ve, ¡para que el egoísta aprenda a ser bueno!, el trabajo del hombre en las minas de hulla, en el fondo del agua, en los tanques donde hierve, como fango, el oro.

Estos callejones oliendo a polvo y a miseria secular, con su pavimento de islas de pedruscos y mares tortuosos de fango líquido, daban al Rastro gran semejanza con las avenidas angostas y sombrías de un zoco moruno. En la plaza vieron a los vendedores más míseros, con sus puestos de objetos rotos, de una utilidad desconocida.

El fango, de que digo que está compuesto este parage, es tan suelto, especialmente por las orillas de los arroyos, que un perro que en una ocasion saltò del bote, y nadando salió al expresado fango, tuvimos que ir con el mismo bote

Su orgullo, en su sentir humillado, le hería el corazón y no le dejaba dormir. ¿Conque no podría ella, por misma y libre, hacerse respetar? ¿Sería menester acudir a don Paco para que la defendiera, comprometiéndose? ¿Tendría razón doña Inés en aconsejarle que fuese monja? ¿Eran tan viles sus antecedentes que no podría ella ser estimada y acatada sino bajo la protección y tutela de un hombre generoso que le tendiese la mano y la sacase del fango en que al parecer había vivido?

¡Mucho más de lo que puedas figurarte! Mira mi semblante, Clara, mira mi cuerpo deshecho; acuérdate de aquella Elena que jugaba y corría contigo en el Sotillo cuya alegría decíais que era comunicativa, acuérdate de aquella mujercita mimosa de quien tanto os burlabais que os hacía rabiar y os hacía reír a un mismo tiempo. ¡Mírala ahora bien rota, bien hundida en el fango!

El pobre Ángel tenía la cabeza hecha un laberinto de fuego y de visiones diabólicas; pero entre todo y sobre todo lo que se revolvía y abrasaba, alzábase flotante y como la esperanza de un celestial consuelo, la imagen de Luz; de Luz, que no estaba, que no podía estar manchada con el fango de aquel lodazal en que había nacido. ¿Qué justicia, qué ley autorizaría la infamia de castigar en un ángel las culpas de una mujer pecadora!

Habiendo bajado al agua, se repartieron los marineros por los desplayados, y el proel de la chalupa pasó hasta la tierra firme desnudo, nadando algunos pozos; el que llegó de noche con la noticia, de que todo el trecho que hay desde la isla á tierra no tiene canal alguna, pero que se habia visto muchas veces casi sumergido en fango.

Bien molido estaba Zarapicos, cuando acercó a coger entre sus dientes un dedo de Pecado. ¡Oh! ¡Con qué inefable delicia apretó las quijadas! Mariano dio agudísimo grito, y saltó como gallo herido. El otro se levantó. Su rostro era un conjunto de dolor, de vergüenza, totalmente embadurnado de fango y lágrimas. Al mismo tiempo reía y lloraba.

Y aun cuando este ardid infame tuviera éxito, aun cuando tuviese la debilidad, que ciertamente no tendré, de entregarle mi persona, y lo que le importa más, mi fortuna, en cambio de ese bello rasgo de astucia, ¿qué especie de hombre es usted? Dígame, ¿de qué fango ha salido, para querer una fortuna y una mujer adquiridos á ese precio? ¡Ah! hasta gracias debe darme de que no acceda á sus deseos.

Palabra del Dia

ciencuenta

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