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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Las ballenas se doblaban y parecían próximas a estallar con la presión de sus vientrecillos cada vez más redondeados. Al pasar junto a un balcón, hiriólas el frío que entraba por las rendijas. Llovía, y la gente pasaba chapoteando en el fango, con el paraguas calado. ¡Qué bien se estaba allí dentro, en el caliente comedor, ante una mesa tan abundante!
Oía los mugidos del río que pasaba a su izquierda; tocaba los jaramagos que brotaban entre las rendijas a su derecha, y sentía en el rostro el fango con que le salpicaban los caballos que le precedían, y el aire sutil y nauseabundo, como el de una caverna, que silbaba al pasar por aquel tubo retorcido y caprichoso.
Sin encomendarse a Dios ni al diablo, en cuanto la vio salir de San Isidro, se emparejó con ella, la saludó muy cortésmente, y con su cruz a cuestas y todo supo demostrar que él era ante todo, y aun camino del Calvario, un cumplido caballero; si había charcos él era el que se metía por ellos para evitar el fango a los pies desnudos y de nácar de aquella ilustre señora, su compañera.
El molave es incorruptible á la acción del agua, como impenetrable á la destrucción de los insectos. Hemos visto sacarse de un fondo de fango, harigues de molave que habían permanecido entre aquel más de cien años, sin que mostrasen señales de carcoma ni podredumbre.
El halcón lanzado en el espacio lo abarca con una sola mirada y divisa la casi invisible caza; así la raya desde las profundidades del Océano, al olor de una presa tentadora sube diligente en su busca. En ese mundo semi-obscuro, mundo de luces dudosas y engañadoras, sus habitantes fíanse en el olfato y en ocasiones al tacto. Los que, como el esturión, excavan el fango, tienen un tacto exquisito.
Esta criatura, hija de un acróbata de baja esfera, y sumergida en el fango, no dejaba por esto de poseer la belleza pura y fresca del lirio. Pálida, delgada, elegante, de una perfección plástica, de una depravación singular, a la que unía la ferocidad anglo-sajona, reunía, pues, todas las cualidades apropiadas para subyugar a un hombre como el señor de Maurescamp.
Estas carrozas, que ya se han sumergido en los obscuros abismos del no ser, se componían de una especie de navío de línea, colocado sobre una armazón de hierro; esta armazón se movía con la pausada y solemne revolución de cuatro ruedas, que no tenían velocidad más que para recoger el fango del piso y arrojarlo sobre la gente de á pie.
Por una misteriosa armonía entre los elementos constitutivos de aquel ser, si el cuerpo parecía un espectro de materia, el alma había sido creada para volar y remontarse a las alturas, elevándose a la mayor distancia, posible sobra el suelo, en cuyo fango jamás debieran tocar los encajes casi imperceptibles de su sutil vestidura.
Antiguas decoraciones de teatro, lienzos gruesos con manchas de color en las que se columbraban restos de palacios y frondosos bosques, servían de cortinas y tabiques a estas tiendas de la miseria. El suelo era de guijarros desiguales, que de trecho en trecho se hundían en el fango, desapareciendo bajo los arroyos de agua negra y hedionda.
La ciudad de Chichén-Itzá es toda como la Casa del Enano. Es como un libro de piedra. Un libro roto, con las hojas por el suelo, hundidas en la maraña del monte, manchadas de fango, despedazadas. Están por tierra las quinientas columnas; las estatuas sin cabeza, al pie de las paredes a medio caer; las calles de la yerba que ha ido creciendo en tantos siglos, están tapiadas.
Palabra del Dia
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