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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Allá en sus adentros se comparaba a la vara que sostiene en el aire a una planta rastrera a fin de que no caiga al suelo y se ensucie y pudra en el fango. Temía Rafaela que Arturito cayese si le dejaba ella, y por eso no le dejaba. A menudo solía lamentar que aquel muchacho hubiera sido tan dócil y se hubiera convertido tan pronto.

Entonces comencé a caminar por aquella soledad, enterrándome en el fango y cortando a través de matorrales encharcados. La sangre de la oreja caía sobre mi hombro; la ropa enlodada se me pegaba a la piel, y a veces en la sombra, me pareció ver brillar ojos de fieras.

En todas ellas se ven las casas viejas de aspecto miserable y aflictivo; las calles sin pavimento alguno, ó atrozmente empedradas, llenas de fango y mugre; los enjambres de mendigos asaltando á los viajeros si la diligencia se detiene un momento siquiera.

Tontas encontraba ella a porrillo; listas tampoco faltaban; lo que le parecía difícil de hallar eran las honradas, y no porque no las hubiese a montones, sino porque la duquesa no sabía encontrarlas, por aquello de que nadie hay más exigente ni que se complazca tanto en verlo todo manchado como quien vive zambullido en medio del fango.

En el fondo de la ensenada y á la orilla derecha de un pequeño río, se encuentran el puerto y pueblo y Comandancia militar de Bislig; éste, con sus visitas anejas, componen un total de 4.300 almas. El fondeadero se encuentra frente al pueblo por 6 á 7 metros, arena y fango, y está completamente abrigado de todos vientos.

A Sagrario y a Leticia las temía de lumbre; y cada vez que una de ellas sentaba a Luz sobre sus rodillas para besarla, resonaban los besos en sus oídos como el chapoteo de las ondas cenagosas, y hasta veía la tersa y pura frente de la niña salpicada del fango de la charca.

Los transeúntes cruzaban por la acera muy de prisa, armados de paraguas e impermeables, chapalateando sobre el fango, que salpicaba las sayas remangadas de las mujeres, los pantalones recogidos o las altas botas de los hombres.

Jugaban ya en todas las gacetillas las frases de «reptil venenoso», «entes despreciables», «cerebros obtusos», «revolcándose en el fango», «seres innobles y degradados» y otras no menos afectuosas para los del bando contrario. Cansados de injuriarse unos a otros, comenzaron pronto a atacarse en sus familias. No perdonaron ni a sus modestas esposas ni a sus ancianos padres.

Y decimos si acaso hubiera perecido, porque el incendio había progresado con una voracidad tal, que las llamas salían en turbiones rugidores por las rejas de la cámara de la condesa de Lemos, al poco tiempo de estar enclavado Quevedo en el fango y los escombros, que no debían tardar en caer, debían caer sobre él inflamados.

Tres o cuatro hermosas jóvenes se apearon, sosteniendo con sus manos las colas de sus vestidos, que por aquellos tiempos se tenía el buen gusto de llevar más largos que ahora, y presentaron sus frentes a los besos de la baronesa, mientras que otras en cortos y ligeros trajes de mañana se precipitaron detrás de las primeras, agitando con triunfal aire diminutas redes que esparcieron por el salón acre olor a pescado y a fango.

Palabra del Dia

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