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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Un rejente, cinco ministros y dos fiscales; su dotacion, que muy pocas veces se ve completa, y bajo el réjimen y forma de sustanciacion legal ordinaria que se observa, es imposible y de toda imposibilidad pueda dar pronto curso y fallo á los asuntos de su atribucion.
Asumiendo los Dattos el poder omnímodo, son los que dan fallo sobre todos los pleitos de su tribu, cobrando de intereses un real por peso; si el pleito es entre dos Dattos, los embajadores llamados Tumangung son los que arreglan las diferencias, y sólo en caso extremo se apela á la fuerza de las armas. Conocen la moneda, pero acostumbran en la mayoría de sus negocios á usar los cambios.
Cuando alguno de los suyos fallecia, tenian la precaucion de enterrarlo junto con sus armas, lo que prueba que creian en otra vida: finalmente, respetaban el fallo y pronósticos de sus médicos, y eran esclavos de un sin fin de supersticiones.
Pero ¿es que no se puede discutir sin acudir á acusaciones? Sandoval protesta, y pide hechos componiendo un pequeño discurso. Pues hace poco hubo aquí un pleito entre unos particulares y ciertos frailes, y el General interino lo falló, haciendo que lo sentenciase el Provincial de la orden litigante, contestó Pecson. Y se echó otra vez á reir como si se tratase de una cosa inocente.
Esto, después de aquel famoso fallo del Real Consejo de Hacienda eximiendo del pago de la alcabala a la pintura y reconociéndola como arte liberal, cuando en las cuentas del Bureo continuamente se hablaba de pagos y atrasos cobrados por Velázquez como pintor del Rey, es de lo más tristemente cómico que puede imaginarse y de lo que mejor pinta la necia vanidad de entonces.
Quiso oponerse la ciudad; pero inútilmente. El emperador, que no habia visto nunca la mezquita, tuvo que fallar la contienda; y falló... en favor de D. Alonso.
Es mi deber... y me parece que será un deber muy dulce. ¿Y si él deja de amarte? No importa: seguiré amándole yo. Es mi deber. ¿Y si te engaña? ¡Ah! me moriré. Pero, a pesar de todo, no dejaré de amarle. Hemos perdido tres bazas gritó mi compañero. Estoy fallo a copas; lo indico claramente, y ni una sola vez lo ha tenido usted en cuenta. ¿Y qué importa?
Doña Ramona tuvo el noveno hijo; y como tampoco falló la costumbre esta vez, en seguida perdió el octavo. Y todavía llega a tener el décimo; y también la acechaba entonces la suerte negra, y le mató el noveno. Este golpe dejó a la pobre señora para no llevar otro sin sucumbir. Era mujer de gran espíritu y arraigada fe. Dios le daba los hijos y Dios se los quitaba. Disponía de lo suyo.
Nuestro señor el público lo dirá: a su inapelable fallo me someto gustoso. En las aprobaciones insertas en la edición príncipe de El Diablo Cojuelo elogiaron esta novela fray Diego Niseno, padre basilio, y fray Juan Ponce de León, de la orden de los Mínimos.
Llegó por fin el día de la adjudicación de los premios. Mario supo el fallo del jurado con una sorpresa que le dejó clavado al suelo. No estaba comprendido entre los premiados con primera medalla, ni entre los de segunda, ni entre los de tercera. Nada: su nombre no se veía estampado en ninguna parte. Apenas podía creerlo. Leía y releía el papel pensando que estaba ofuscado.
Palabra del Dia
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