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Jamás... Se va el dinero de las manos sin echarlo de ver. Entonces replicó la Melanval un poco extrañada no queda nada que sacrificar, pues la respetabilidad es necesaria. Como no sea el físico... Me es indispensable respondió sencillamente Petra. ¡Bah! ya irá usted rebajando, hija mía dijo la abuela con su dulce filosofía. Y quiera Dios que no sea tarde suspiró pensando en el teniente Cotorrac.

No le intimidaban, sin embargo, a ella los mugidos del buey Apis; incorporóse un poquito, y muy extrañada y ofendida, y con los claros ojos fijos siempre en el vacío, comenzó a decir con su suave vocecita algún tanto apurada: ¡Pero Martínez, por Dios, no se descomponga así!... ¡Se pone usted tan feo!... Preciso es que haya en eso alguna equivocación, algún quid pro quo, para que un hombre de su talento de usted diga semejantes desatinos... ¿Yo, camarera de la Cister... quiero decir, de doña Victoria?... ¿De dónde ha salido eso?

Después, mirando á su sobrina y viéndola llena de curiosidad dijo severamente: ¿Por qué te ocupas en lo que no te concierne? Vuélvete á nuestras habitaciones, tu sitio no es este. Herminia, extrañada por este repentino cambio, dirigió una última mirada al enfermo y abriendo la puerta, salió de la habitación.

Y separándose con rapidez de Algalia, que maquinalmente había recogido el pliego, estrechó la mano a la duquesa, que intentó en vano detenerle, saludó al cura, hizo a los restantes una inclinación de cabeza, mirando profundamente a Josefina, extrañada de tan repentina despedida; salió del comedor, cruzó las salas, y un momento después el portero, descubriéndose respetuosamente, le abría la lujosa verja del parque.

Miró en torno de ella, titubeando, como extrañada de verse en el lecho, en plena noche, a la luz de una bujía que marcaba en la pared las sombras de Isidro y la Teodora, sentados junto a la cama. ¡Ya está buena la señorita! gritó la vieja . ¡Olé, ya tenemos niña!

Era de Carmen Aliaga, venía de aquella casa romántica y de aquella gente que había intervenido en la misteriosa tragedia de su padre suicida. Carmen era la menor de ellas. Se manifestaba extrañada de que no hubiese vuelto Adriana a visitarlas después de una tarde en que las había "encantado y sorprendido inolvidablemente".

Los ojos del pintor se apartaron un momento del dibujo para fijarse con aire de extrañada simpatía en el bello rostro de su amigo. ¡Vamos! ¡Ya! quieres ensayar un segundo estilo... quieres saber si en materia de amor, hay algo más superior, algo que aventaje a eso que en lenguaje de mostrador se llama bisutería. Y bien, ¿qué te falta para realizar tan poético ensueño? Una mujer. Exactamente.

La muchacha me miró extrañada, preguntándose, sin duda, por qué le dirigía estas cuestiones. Yo seguí el interrogatorio. Digo si tienes confianza en . Si crees que soy un hombre malo. ¡Un hombre malo! No; no, señor. ¿Entonces, tienes confianza en ? ¿No crees que yo te quiera hacer daño? No; no, señor; yo no he dicho eso.

Permaneció pensativa, extrañada del singular acuerdo que revelaban las palabras y las acciones de aquellas tres personas que debían estar violentas al encontrarse juntas y que, sin embargo, parecían unidas por la mayor confianza como si se hubieran visto el día anterior.

Y pasada la embriaguez, lo repelía furiosa por sus asiduidades, extrañada de su insistencia, igual que un señor que se viese perseguido por una compañera de media hora, como si el encuentro fortuito y mercenario pudiese conferir derechos. ¡Ah, miserable! ¡Con qué risa cruel y dolorosa reiría Teri si pudiese conocer esta aventura grotesca! ¡El hombre en el que creían ver sus ojos de amorosa todas las perfecciones, tratado lo mismo que un objeto que se alquila!... Y le dolió más la posibilidad de esta burla desesperada que el imaginarse a Teri entre lamentos y lágrimas.