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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Por eso te preguntaba hace un momento, no por malicia ni por curiosidad, sino porque desearía vivamente que entre los jóvenes, distinguidos por diversos títulos, que me rodean, hubiese alguno bastante dichoso para agradarte y al que pudiera yo confiar el cuidado de tu porvenir. ¡Me dices cosas crueles! exclamé.

Le ha enviado el general díjome a media voz la Vizcondesa para traer unos despachos al gobernador de Pau y adquirir noticias de la salud de Cecilia, que ha estado muy enferma. ¿De veras? exclamé consternado. Ya pasó. Está mucho mejor; y, mientras viene el general, nos acompaña Enrique. ¿Dónde ha de vivir sino en el castillo de su tío?

Se diría que ya está muerta murmuró, ocultando la cabeza entre sus manos. Y si muere continuó, no será a consecuencia de su parto, no será de esa miserable fiebre; sólo yo seré la causa de su muerte. Por el amor de Dios, ¿qué dices? exclamé, extendiendo hacia él mis brazos.

¡Ah, señor! exclamé yo al punto, postrándome a los pies del Rey, justo es vengar una maldad tan espantosa. Permite que yo sea el instrumento de tu venganza, y que salve a mi querido maestro del cautiverio en que, si no ha muerto, se halla.

No creo que pueda existir mujer, digna de ti por supuesto, que no tenga el derecho de decirte: «El verdadero y único objeto de tus sentimientos soy yoDe modo exclamé, que será necesario no amar. Nada de eso. Se trata sólo de amar a otra. Entonces habré de olvidarla. No, reemplazarla. ¡Nunca!... No digas «nunca»; di mejor «no por ahora.» Y en seguida Oliverio se marchó.

¡Cómo! exclamó Genoveva. ¿Qué diría la de Sermet? , comprendo, hija mía, pero no se trata de Magdalena... ¿Por qué no he de hacer yo lo que no puede hacer ella? Yo tengo ya la edad de la razón. ¡Oh! señora exclamé con ardor arrojándome en sus brazos. ¡Qué buena es usted!...

Me parecía oír una voz de otro mundo y casi tengo vergüenza de haber sido débil y cobarde. Pero, aun cuando levantara la cabeza, aun cuando pensara como , ¿de qué me serviría puesto que ya ella no me ama? ¡Ella, no amarte! exclamé. ¡Si la abandonas, Roberto, se morirá! ¡Olga!

Mirome él con profunda lástima, y me preguntó con el mayor interés, cómo me había pasado aquel accidente. ¿Accidente? exclamé sorprendida. Tienes la frente amoratada, mi pequeña Reina. La tonta habrá subido a algún árbol o a alguna escalera observó mi tía. , a una escalera respondí, es verdad. ¡Pobrecita! exclamó el cura desolado, y ¿caíste de boca? Yo hice una inclinación afirmativa.

¡Oh! exclamé fingiendo sorpresa, como si aquello hubiera sido nuevo para . ¿Y quién ha dicho eso? Tengo informaciones privadas repuso evasivamente. Pero antes de entrar a proceder, he pensado que era mejor que viniera a verme con ustedes, para que nos podamos entender bien desde el principio.

Levantéme y volví á caer de nuevo sobre el banco de piedra, clavando una mirada estúpida en las tinieblas en que entreveía vagamente el contorno de la joven. Una sola idea se me ocurrió, pero una idea terrible; era que el miedo y el pesar la turbaran el cerebro y que fuera á enloquecer. ¡Margarita! exclamé sin saber lo que decía. Esta palabra acabó sin duda de irritarla.

Palabra del Dia

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