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Actualizado: 9 de mayo de 2025


¡El capelo! ¡el capelo! exclamaba el duque de Lerma paseándose á largos pasos por su despacho . ¡Y que no se me haya ocurrido! ¡el capelo! ¡hijo de Roma! ¡la Iglesia puesta entre el poder temporal y yo! ¡qué quieres, Pelegrín! Seguir siendo vuestro secretario. ¿Y nada más? Nada más. Pero para que siga siendo vuestro secretario, es necesario que no me deis muchos días como hoy.

El recuerdo de su difunto, que siempre se avivaba en la mente de doña Lupe cuando se veía en algún conflicto, la enterneció. En todas sus aflicciones se consolaba con la dulce memoria de su felicidad matrimonial, pues Jáuregui había sido el mejor de los hombres y el número uno de los maridos. «¡Ay, mi Jáureguiexclamaba echando toda el alma en un suspiro.

¡He aquí un joven verdaderamente singular me dije, a quien una amante consuela la pérdida de una herencia! Y terminé mi inventario. Algunas horas después, de vuelta ya en mi casa, vi entrar a Arturo como un loco, fuera de . ¡Ya no está allí! exclamaba, ¡ya no está! ¡La he perdido! ¡La he perdido por culpa mía!... ¡Alguna infidelidad!...

La marquesa se adelantó entonces, y sin asco ni temor apretó entre las dos suyas aquellas manos sudorosas. ¡María!... ¡María!... exclamaba Diógenes. ¿Qué es eso, Perico?... ¿Qué es eso, hombre? decía ella dulcemente, inclinando su rostro lleno de lágrimas sobre el desencajado del viejo.

Cada cual sabía que había otros pueblos que el suyo en el mundo, a fuerza de fe; pero viajar por instrucción y curiosidad, ir a París sobre todo, eso ya suponía un hombre superior, extraordinario, osado, capaz de todo: la marcha era una hazaña, la vuelta una solemnidad: y el viajero, al divisar la venta del Espíritu Santo, exclamaba estupefacto: ¡Qué grande es el mundo!

La idea del cura en trusas y de peluca era tan chistosa, que me hacía reír a carcajadas. Entonces, exclamaba mi tía: ¡Tonta, bobeta! Y algunas otras lindezas por el estilo, que tenían el privilegio de ser tan parlamentarias como explícitas. El cura me miraba sonriendo y repetía dos o tres veces: ¡Ah juventud! ¡hermosa juventud!

Fue ese el tópico obligado, y Martí me decía: «los suramericanos enviamos trozos humanos putrefactos para que estos países los escarben y examinen, mandamos el rostro ensangrentado de la Patria para que estos países lo abofeteen». Sobre Cuba exclamaba: «Estoy desorientado y triste, pero con la mirada siempre fija en la cumbre inaccesible.

Lo demás es un paso. Ya en Vigo, Rodiño parecía un poco arrepentido de su proyecto. Va a ser una lata exclamaba eso de atravesar ahora la frontera de Rusia. Al salir de Madrid yo estaba mucho más animado. Cosas de la edad. Entonces era usted bastante más joven. ¿Por qué marchará tan despacio el tren de Madrid a Galicia? Algunos hablan de falta de carbón; pero esto es inexacto.

«¿Les parece a ustedes que ésta es hora de empezar un combate? ¡Las doce del díaexclamaba con ira el marinero aunque no se atrevía a hacer demasiado pública su demostración, ni estas conferencias pasaban de un pequeño círculo, dentro del cual yo, llevado de mi sempiterna insaciable curiosidad, me había injerido.

¿Por qué se asusta usted tanto, tío? exclamaba don Pedro gozando en sus adentros con la mortificación y asombro del viejo hidalgo . ¿Hay impedimento? ¿Tiene Nucha otro novio? Comenzó don Manuel a poner mil objeciones, callándose algunas que no eran para dichas.

Palabra del Dia

bagani

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