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Actualizado: 13 de junio de 2025


A sus exequias asistieron el Cabildo eclesiástico y secular y todas las religiones que quisieron honrar, como ellos decían, el cadáver de un santo mártir, pues que las fatigas y trabajos sufridos por la gloria de Dios y bien de las almas le habían acabado. A 9 del mismo mes salimos de la Asunción para volver á los Guaranís, donde últimamente, á 4 de Febrero, dimos fin á tan larga navegación.

Llamado al orden Marimón, contestó, dando una palmada sobre la tribuna: Nada de gritos, ilustrísimo señor, que respetos guardan respetos, y si su señoría vuelve a gritarme, yo tengo pulmón más fuerte y le sacaré ventaja . En uno de los volúmenes de Papeles varios de la Biblioteca de Lima se encuentran un opúsculo del padre agonizante Durán, una carta del obispo fray Pedro Ángel de Espiñeyra, el decreto de Amat y una réplica de Marimón, así como el sermón que pronunció éste en las exequias del padre Pachi, muerto en olor de santidad.

Hiciéronse en esta ciudad las exequias por el rey D. Juan II y mandó el Concejo que se diesen al Bachiller Anton González, procurador de los Sres. Dean y Cabildo de esta Sta. Iglesia 2000 maravedises, en enmienda del afán y trabajo que tomó. Entró en Sevilla Enrique IV con la reyna Juana.

Envueltos en su bandera, y con una bala atada a los pies, fueron arrojados al mar, sin que esto, que ordinariamente hubiera producido en todos tristeza y consternación, conmoviera entonces a los que lo presenciaron. ¡Tan hechos estaban los ánimos a la desgracia, que el espectáculo de la muerte les era poco menos que indiferente! Las exequias del mar son más tristes que las de la tierra.

Murió á 23 de enero el rey D. Fernando el Católico en Madrigalejo, y dejó mandado se le sepultase en Granada. Al pasar su cadáver por Córdoba, salieron a recibirle el obispo, el cabildo, las religiones, la ciudad y los caballeros con todo el pueblo, y el marqués de Priego, conde de Cabra, y otros grandes señores, le condujeron en hombros hasta la catedral, donde se celebraron suntuosas exequias.

Creyéronla muerta varias veces, y hasta trataron de enterrarla en una ocasión; mas durante las exequias volvió en , pronunciando un nombre que interpretaron todas las monjas como una señal de santidad, pues entendían que repetía las palabras de Jesús: Lázaro, despierta. Indudablemente era una santa. Ocho teólogos lo probaron con ochocientos silogismos.

Esta vista y espectáculo causó gran temor y espanto á los neófitos, y viendo entre tanto que venían á la plaza muchas cuadrillas de gente que andaba rondando y tomando los puestos y boca-calles, bien que quietos y en silencio, sospecharon que semejantes exequias se disponían para ellos, por lo cual se quisieron luego poner en salvo; causa porque le hicieron al siervo de Dios tales instancias, que le fué necesario salirse antes de amanecer y volverse, con increíble dolor suyo, porque perdía la esperanza de reducir en breve aquella no mal dispuesta nación al conocimiento de Cristo, y de lograr en poco tiempo una copiosa ganancia de almas para el cielo.

En el medio del agua hay torbellinos, Como suele acá en tierra: y esto tanto, Que navegando algunos, los vecinos Celebran sus exéquias con gran planto, Diciendo que Caribdis está á punto, Para lo que viniere tragar junto. Aquí muchas canoas se han perdido, Y muchos en mi tiempo se anegaron. Muy mal al de la Puente ha sucedido, Y á aquellos que con él aquí bajaron.

En la Iglesia de San Pedro se celebraban las exequias de Marcilla; y el lúgubre clamor de las campanas anunció a Teruel la hora del funeral aparato: hombres y mugeres de distintas edades acudieron a la casa del difunto, así como los eclesiásticos de San Pedro y de las demás parroquias: el entierro marchaba en esta forma: iban delante los soldados en orden de batalla, detrás cuatro capellanes llevaban en hombros el cuerpo de Marcilla; seguían los oficios con hachas encendidas, los capuces, las gramallas de los deudos y amigos; y en pos de todos una pequeña escolta y casi todo el pueblo de Teruel.

Hallábase D. Alonso en Flandes acompañando al príncipe D. Cárlos con grande estimacion, y en su corte se mantuvo hasta la muerte del rey D. Fernando, siendo él quien dijo la Misa en Bruselas en las exequias que se le hicieron, y quien bendijo el estoque real cuando D. Cárlos fué aclamado por rey con su madre D.ª Juana en la misma ciudad.

Palabra del Dia

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