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Actualizado: 13 de junio de 2025


Á la conclusión hay una batalla entre un tabernero, una castañera, un granuja callejero y otros héroes de igual jaez, que componen sus personajes. Después que han sucumbido la mayor parte en la contienda, termina la tragedia de esta manera: TÍO MATUTE. Aguárdate, mujer, y no te mueras... Ya murió: yo también quiero morirme, Por no hacer duelo ni pagar exequias. ¡Ay, padre mío! Escúchame.

Es falso, por ejemplo, que Carlos hiciese sus exequias en vida; falso que estuviese sujeto á la misma regla que los frailes de la casa; falso que se flagelase hasta teñir de sangre las disciplinas; falso que no atendiese á las cosas políticas de España y del resto de Europa, y falso que se dedicase á la construcción de juguetes automáticos y otras puerilidades con su relojero de cámara y famoso mecánico Juanelo Turriano.

El templo para estas deidades es, como ya dije, el palacio del cacique, á donde ellos vienen cuando hay junta general del pueblo ó se hacen solemnes exequias.

Celebraban estas exequias, para que no fuesen descubiertos, en lo más oscuro de la noche, y estaban ya en lo mejor y más devoto de la función, cuando de repente llegó el Padre Lucas, y fijando la vista dentro de aquel infame sagrario, vió en medio de aquellas tinieblas centellear los ojos del enemigo infernal, que lleno de majestad y terror estaba sentado sobre aquellos dos palos; y aunque al siervo de Dios se le erizaron los cabellos y se extremeció de horror, quiso, no obstante eso, arrojarse dentro.

Sospechó el P. Lucas que algunos ocultamente no observaban éste su orden, haciendo y celebrando los funerales y exequias con los ritos y ceremonias del gentilismo: y para cogerlos in fraganti, puso algunos que los espiasen. Dentro de poco murió una mujer y luego determinaron los infieles hacerle el entierro á su usanza.

Ese cuadro que miro y que venero, ese cuadro imponente y terrible, esa elocuencia fervorosa, esa poesía adorable, esa pintura inmóvil y solemne, esa íntima voz del alma que hace latir mi pecho, es un entierro, una limosna, una caridad, unas exequias. El pintor llora sobre aquel rostro mústio, sobre aquella carne amoratada, sobre aquel corazon helado.

Pero el P. Irene, albacea y ejucutor testamentario, rechazó una y otra proposicion y mandó vistiesen al cadáver con cualquiera de sus antiguos trajes, diciendo con santa uncion que Dios no se fijaba en vestiduras. Las exequias fueron, pues, de primerísima clase.

Otros muchos andaban ocupados en levantar andamios, de donde con comodidad pudiesen ver otro día las representaciones y danzas que se habían de hacer en aquel lugar dedicado para solenizar las bodas del rico Camacho y las exequias de Basilio.

Palabra del Dia

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