Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 12 de julio de 2025


La levantaron, la prodigaron mil cuidados. Al recobrar el sentido brotó de sus ojos un raudal de lágrimas; no cesó de llorar en toda la tarde. Cuando la comitiva se puso de nuevo en marcha hacia la población aún seguía llorando. ¿Han visto ustedes qué vino más llorón tiene esta niña de Estrada-Rosa? decía riendo el capitán Núñez. La mascarada.

Pero no se dieron a luz en tanto que no pasó Granate. El café estaba situado en un piso principal (por aquel tiempo no se usaban los bajos para este destino) de la calle de Altavilla, casi enfrente de la casa de D. Juan Estrada-Rosa.

Al llegar aquí, los sollozos rompían el tierno pecho de la esposa de Núñez. Fernanda, que también lloraba viéndola tan afligida, no pudo menos de sonreír. ¡Tus hermanas también! ¡Ya lo creo!... ¡Todos, todos desean que se reduzca!... Cuando la hija de Estrada-Rosa le hubo demostrado que no era tan fácil como parecía la reducción de las fuerzas de tierra, su espíritu se serenó al fin poco a poco.

Mientras tales memorables escenas se efectuaban en el bosque, Jaime Moro, desdeñando los placeres campestres, había logrado catequizar a Fray Diego y a D. Juan Estrada-Rosa para echar un tresillito. Se aburría en la iglesia, se aburría en el bosque, en la ciudad y en la campiña. Tan sólo recobraba la serenidad de espíritu y renacía en él la calma y la alegría cuando tomaba las cartas en la mano.

Fernanda, que sintió perfectamente toda la hiel de aquel discurso, respondió fríamente, y después de pocas palabras más se volvió al salón. A D. Pedro le había molestado el tufillo de elegancia y distinción que despedía la hija de Estrada-Rosa. Le irritaba que alguien se alzase en torno suyo, siquiera fuese solamente algunas pulgadas.

Y como lo tenía previsto, la heredera de Estrada-Rosa, que era orgullosa, no pudiendo soportar la frialdad de su novio, le dejó en libertad y le devolvió su palabra. La pobre chica desahogaba su pena con Amalia, la única que sabía a qué atenerse respecto a aquel rompimiento tan comentado.

De vez en cuando cesaba y una voz lanzaba al aire alguna copla indecente, que era celebrada con rugidos de alegría, creciendo tanto y tanto la algazara, que el mundo se venía abajo. El teniente Rubio, siempre original, trepó por las cornisas de la capilla de San Fructuoso, situada casi enfrente de la casa de Estrada-Rosa, y comenzó a repicar la campana.

Al contrario, teniendo más dinero que ninguno, lo natural es que les aventajase en anhelos poderosos. Y fue a poner sus ojos redondos y encarnizados en la joven más linda, más rica y más encopetada de la ciudad: en Fernanda Estrada-Rosa nada menos. El suceso causó admiración y risa en el vecindario.

Espiando por detrás de los visillos aquella florida juventud, ávida de los goces estéticos, vio pasar a Granate correctamente vestido, balanceando su torso colosal sobre unas piernas que no lo merecían. Le vieron entrar en casa de Estrada-Rosa y hasta oyeron el ruido del picaporte. Nada más. Inmediatamente se abrieron de par en par los balcones del café y se llenaron.

Tengo la cara ardiendo y quiero refrescarla un poco con agua. Bajaron por los prados, llegaron al río, y allí la heredera de Estrada-Rosa, contra las prescripciones de D. Santos, se echó agua al rostro por largo rato. Después que se hubo secado ascendieron de nuevo lentamente hacia la casa. ¿Cómo estoy ahora? Bien, ¿eh?... ¡Si viera usted cómo me aburro aquí! No puedo más; todo esto me fatiga.

Palabra del Dia

ros

Otros Mirando