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Actualizado: 26 de octubre de 2025
Todos los rencores y desprecios que D.ª Carolina y su hija menor atesoraban para Mario, que no había tenido talento para hacerse inamovible en el puesto que ocupaba, se los arrojaban a ella a la cara. Con el verdadero culpable estaban reservadas, pero finas. No se le hería directamente, pero la atmósfera estaba cargada de electricidad, y a la postre había de estallar el rayo.
Estos rayos, proyectados á largas distancias, hacían estallar todas las materias explosivas, aunque estuviesen preservadas por muros ó por envolturas metálicas. Hasta en el fondo del agua conseguían su objeto los rayos maravillosos.
Siguiendo la costumbre, ocultaba parte del rostro en un pañuelo que sostenía con el brazo apoyado en el tamboril. Febrer sentía congoja al escuchar esta voz doliente. Creía que iba a desgarrarse su pecho, a estallar su garganta; pero los oyentes, habituados al canto bárbaro, tan anonadador como la danza, no paraban atención en la fatiga del cantor ni se cansaban de su interminable relato.
Según el viajero inglés Young, al estallar la Gran Revolución, el siervo estaba en la condición de bestia de labranza, trabajando de sol a sol para los ociosos, y alimentándose de raíces en los malos tiempos.
Tal fué la bomba de dinamita que don Angel Bellido hizo estallar sobre la mansa cabeza de Belarmino y la frente arisca de Xuantipa. Xuantipa, como más inconsciente, se dejó dominar por el espanto. Belarmino, con su intuición repentina de los sentimientos, comprendió lo que debía responder: Mala ocasión sería para embargarnos, ahora que no hay materiales en almacén ni apenas calzado en existencias.
«¿Aquí no nos ve nadie?... preguntó receloso mirando a las paredes y a la puerta. Nadie. Porque si me guipan...». Y sacó del bolsillo un objeto cilíndrico, largo, como de media tercia, de dos pulgadas de diámetro. Era un canuto fuertemente liado con bramante. «¿Qué es eso? Un petardo. ¡Ah!, ¿eso que estalla? exclamó Isidora con espanto . ¡Y va a estallar aquí!...
En 1823 y el triste día 13 de Junio, en que tantos excesos cometieron las turbas absolutistas, al estallar aquella tarde el depósito de pólvora que estaba establecido en el edificio de la Inquisición, la Alameda ofreció un triste cuadro, pues en ella cayeron no pocos restos humanos de los que fueron víctimas de aquella catástrofe.
Pues pensaba ir a pasar con ellos todo el mes de agosto y quedarse allí hasta el 8 de septiembre, para hacer con toda la familia la novena de la Virgen de Regla... Luego venían las preguntas sin fin, después los encargos sin cuento, y, a lo último, el trueno gordo, lo que había de hacer estallar de gozo y de consuelo el corazón de su pobre viejecita... El día 3 de julio, aniversario de la muerte de su padre, iría a confesar y comulgar, para solemnizar en lo posible aquella tristísima fecha.
En verdad que la Audiencia tenía por entonces mucho grave de que ocuparse con los disturbios que promovía en Chile el gobernador Meneses y con la tremenda y vasta conspiración del Inca Bohorques, descubierta en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al cadalso.
Volvieron a estallar los aplausos con motivo de este regalo, y la atención del público, fija hasta entonces en el matador, se distrajo, volviendo muchos la espalda al redondel para mirar a doña Sol, elogiando su belleza a gritos, con la familiaridad de la galantería andaluza. Un pequeño triángulo peludo y todavía caliente subió de mano en mano desde la barrera al palco.
Palabra del Dia
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