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Actualizado: 17 de julio de 2025
Su padrino halló por fin dos días después, sin la menor partícula de carne, el esqueleto cubierto de ropa de Benincasa. La corrección que merodeaba aún por allí, y las bolsitas de cera, lo iluminaron suficientemente. No es común que la miel silvestre tenga esas propiedades narcóticas o paralizantes, pero se la halla.
Un día el propio marido señala a la policía el muro donde se halla el esqueleto de su cónyuge. El hombre no podía aguantar por más tiempo su propio secreto. La variedad de los secretos es infinita. Y los que más cuesta guardar son aquellos de carácter pintoresco, aquellos cuya revelación sabemos que ha de regocijar a quienes los trasmitimos.
El esqueleto material de la acción, como en todos sus dramas, es de escasísimo mérito; su desarrollo pobre, y su tendencia, demasiado clara, de probar los inconvenientes de un matrimonio entre personas de edad desigual, no deja ocasión ni espacio para que aparezca verdadera poesía.
Hoy todo está casi en ruinas, con excepcion del palacio de verano y la gran mezquita; hay muchos espacios vacíos, los torreones se han derrumbado, los jardines interiores están en esqueleto, y en las calles de esa pequeña ciudad cortesana encerrada entre fortalezas, muchas casas están desiertas y otras no son habitadas sino por familias miserables y mendicantes.
¡Sí!... ¡Sí me acuerdo! exclamó Diógenes con una gran voz, estrechando entre las suyas, sin soltar el crucifijo, aquella mano helada de esqueleto, que llevó con gran vehemencia a sus labios. El viejo, con su serena sonrisa de niño, volvió el rostro hacia su compañero, diciendo con satisfacción íntima: ¡Se acuerda..., se acuerda!... ¡Bien lo decía yo!... ¡Sí, por cierto!
Dijo el sacristán que, cuando en 1828 Fernando VII y la reina Amalia, su esposa, volvían de las Provincias Vascongadas, desearon ver é hicieron descubrir los restos de la ilustre hija de Alfonso VI de Castilla, y que fué de admirar entonces la extraordinaria longitud del esqueleto. ¡Nada menos que nueve palmos debió de tener de estatura la infortunada esposa del Batallador!
Díjeselo así a Nanela... ¿De qué te asombras y qué te importa? me replicó. Tampoco yo soy más que un esqueleto andante. La miré, y la vi como siempre la viera. Nanela no podía ser sino la mujer más hermosa, más pálida y más alta del mundo.
Y cuando unos tíos repugnantes llegaron en un carro para llevarse su caballo á la «Caldera» , donde convertirían su esqueleto en hueso de pulida brillantez y sus carnes en abono fecundizante, lloraban los chicos, gritando desde la puerta un adiós interminable al pobre Morrut, que se alejaba con las patas rígidas y la cabeza balanceante, mientras la madre, como si tuviese un horrible presentimiento, se arrojaba con los brazos abiertos sobre el enfermito.
Aunque la experiencia de estos sucesos dieron á los sábios Ministros, que con tanta gloria de la nacion dirigen la monarquia, las luces y conocimientos, para que no llegasen á tener tan desgraciado fin estos últimos establecimientos de las Bahías sin Fondo y San Julian, no por eso han podido libertarse de iguales contrastes, que al fin lograron reducirlos á un estenuado esqueleto de la corta poblacion del Rio Negro.
Lo que pasa entre los peces pasa entre los hombres; sólo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos la víctima de golpe, lo cual, después de todo, es una ventaja para ella, sino que la vamos devorando a pequeños mordiscos, arrancándole la carne hasta dejarla en esqueleto... ¿No me ve usted a mí? añadió con sonrisa feroz apuntando a su rostro. El pez que me ha comido lo entendía.
Palabra del Dia
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