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Actualizado: 13 de junio de 2025


Si notases alguna desigualdad en el estilo, piensa que la naturaleza no gasta tantos primores como en la rosa, en la espina. De todo hay, y de todo ha de haber. Y algo se ha de dar a la prisa y a la sazón en que se ha escrito, casi en medio del susto de un injustamente amenazado bombeo de que nos ha librado por su misericordia Dios, a quien sea la gloria de todo, y quien te guarde.

Y, sobre todo, carece de lo que da al verdadero pez vigor en sus movimientos, la viva contracción de la espina para golpear fuertemente con la cola: lo único que puede imitar el hombre, aunque muy imperfectamente, son las nadaderas.

Sensible y nerviosa, Sofía se volvió de espaldas, acariciando a Lili. A ver, a ver qué es eso dijo Teodoro, tomando a la Nela en sus brazos y sentándola en una piedra de la cerca inmediata. Poniéndose sus lentes, le examinó el pie. Es poca cosa; dos o tres rasguños.... Me parece que tienes una espina dentro.... ¿Te duele?... , aquí está la pícara.... Aguarda un momento.

La cola, notabilísimo timón, es también el remo principal. La de los mejores nadadores es ahorquillada; toda la espina termina en ella y, contrayendo sus músculos, hace avanzar al pez. La raya tiene dos nadaderas inmensas, dos grandes alas para azotar las olas; su cola, larga, flexible y desligada, es una arma para golpear, un látigo para hender y dividir la densidad de la ola.

Porque si la criatura acabara mal por una razón o por la otra y vos no hubierais cumplido con vuestro deber para con ella, maese Marner si descuidarais de hacerla vacunar u omitierais cualquier otra cosa para preservarla del mal , eso vendría a ser una espina en vuestro lecho mientras estuvierais de este lado del sepulcro.

Don Rosendo fué quien le dió los puñetazos consabidos en la espalda para que arrojase la espina. ¡Espectáculo hermoso y ejemplo de hidalguía que no podrá olvidarse jamás! Terminado el almuerzo, don Rosendo y sus compañeros montaron en el carruaje y se restituyeron a Sarrió. Más de media población, prevenida ya por el telegrama, les esperaba en las afueras.

Eran los amos del agua; en sus manos estaba la vida de las familias, el alimento de los campos, el riego oportuno, cuya carencia mata una cosecha. Y los habitantes de la extensa vega cortada por el río nutridor, como una espina erizada de púas que eran sus canales, designaban á los jueces por el nombre de las acequias que representaban.

Quiero distraerme con el trato de multitud de gentes, ver diversidad de espectáculos, visitar el mundo, la sociedad, asistir a tertulias donde se hable de muchas cosas que no sean lord Gray: quiero que mi pensamiento se enrede aquí y allí, se desparrame pasando y repasando por distintos caminos, para dejarse un vellón de lana en cada flor, en cada espina.

Allí no se veía ya la espina del dolor que lentamente va hincándose, pero el puñal clavado de golpe hasta el pomo. Semejante espectáculo dio al traste con la prudencia del capellán. Usted está mala, señorita. A usted le pasa algo hoy. Nucha meneó la cabeza intentando sonreír. No tengo nada. Lo doliente y debilitado del acento la desmentía.

Aquella súplica, o más bien que súplica mandato de huir con él, se me clavó en el pensamiento como una espina. No dormía, no vivía, no pensaba más que en aquello. Me parecía un delito horroroso: echaba de esta idea y cuando me encontraba sin ella salía volando a buscarla, porque sin ella no podía vivir... No creas que aborrecí la devoción, al contrario.

Palabra del Dia

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