Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de junio de 2025


Este despego que a ellos les parecía mala crianza y a un arranque de entereza, propio de elevados corazones, me proporcionó algunas reprimendas y, sobre todo, dio origen a una frase de mi señorita, que se me clavó en el corazón como una dolorosa espina. En cierta ocasión le decir: «Este chico está tan echado a perder, que será preciso mandarle fuera de casa».

Veía venir a un italiano bajito, flaco, requemado, que, con voz de tiple , aunque doliente como un quejido, exclamaba acompasadamente: "Pobre doña Luisa", "Pobre doña Luisa", mientras lo que en realidad hacía era ofrecer los fósforos y cigarrillos que llevaba en un cajón colgado al pescuezo; otro alto, rollizo, con un cuello de media vara, y llevando canastas repletas de bananas y naranjas, exclamaba en tono alegre: "arránqueme esta espina"; mientras un francés que vendía anteojos, cortaplumas y botones, anunciaba con un vozarrón de bajo: "soy un pillo", coronado por un vendedor de requesones, que clamaba intermitentemente: "tres colas negras".

EN SU TINTA. Se les quita la cabeza y la bolsita que contiene la tinta, metiéndola en una jícara, aprovechando las barbas, antenas y películas para picarlas; se les quita la espina larga y se cortan en pedazos, friéndolos, así como el picado, y colocando todo en una cacerola; en el mismo aceite se fríe una cebolla picada, se tuesta harina, se deshace con caldo y se echa a los calamares, se deshace la tinta con un poquito de caldo, y se vierte sobre los calamares.

Una ola de lágrimas se agolpaba a mis ojos y un nudo de angustia cerraba en mi garganta el paso a toda palabra. Se puso a leer un libro de filosofía alemana, uno de esos libros que, por su profunda aridez y sequedad, levantan cefalalgias. La intrincada filosofía no llegaba a su espíritu, en el cual sólo había la espina clavada de mi pequeña ofensa. En tales circunstancias tuve un rasgo luminoso.

Pero sabía el usurero escoger su presa, y cuando el pez cogido en la malla era pequeño o no prometía nada de , sin piedad arrojábalo a la corriente; el joven Vargas, no hay que decirle, era un miserable pececillo, pura escama y pura espina, a pesar de sus colores brillantes y sus aires pretenciosos; reconocerle y echarle al agua de cabeza, fué todo uno.

Viendo su estampa inanimada en ese pedazo de lienzo, nos da gana de echar mano al bolsillo, y de dejarle una limosna. ¡Con qué verdad, con qué candor, con qué inocencia, abre los ojos lánguidos y marchitos, frunce los labios, y alarga dos dedos estirados, para sacarse la espina del pié!

Pero la espina la llevaba en el corazón; reconocía que el cargo de magistrado es delicadísimo, grande su responsabilidad, pero él... «era ante todo un artista». ¡Aborrecía los pleitos, amaba las tablas y no podía pisarlas dignamente! Este era el torcedor de su espíritu.

En concepto de D. Bernardo no, y esta era la espina más dolorosa de su vida, la que le amargaba las muchas satisfacciones que la sociedad le había proporcionado.. Sin embargo, hay que convenir en que ella había hecho todo lo que estaba de su parte; si no lo había conseguido, acháquese a todo menos a falta de buena voluntad.

El viejo se encogió de hombros. No contestó . El jefe de orden público leyó tres o cuatro y se las guardó con una risita que me dio mala espina. ¿Pero dónde estaban? En aquella arquita antigua que está en el gabinete de la señora condesa... Es un cajoncito con secreto. ¿En el secrétaire del boudoir? dijo Currita aún más sorprendida . ¡Pero si allí no había nada!... A ver, venga usted conmigo.

Alguna vez me había dicho, con sonrisa forzada: ¡Hombre, qué íntimos se han hecho usted y el duque en pocos días! Yo alzaba los hombros con indiferencia y me reía de aquella amistad, que suponía debida exclusivamente al carácter infantil del duque. Trataba en lo posible de no herir la susceptibilidad del comandante, pues bien se me representaba que el pobre tenía una espina clavada en el corazón.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando