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Actualizado: 10 de junio de 2025
Está bien; casas no me faltarán. Nosotros nos marcharemos en seguida: antes de lo que usted cree. El «santo» protestó, algo conmovido: No tenga usted prisa; queda de plazo todo el mes. Esperaré, y en cuanto a los atrasos, todo olvidado. Yo le quiero, señor de Maltrana; le quiero, porque a pesar de ser de los verdes, nunca ha blasfemado en mi presencia. Yo agradezco esta consideración.
He conocido en cierta tertulia a una prima de usted, la condesita del Padul, que, siendo de la familia, había de ser, claro está, hermosa y amable. ¿Contestará usted a esta carta? Si así no fuera, esperaré pacientemente su salida del convento, para verla siquiera una vez más y marcharme.
Después de un larga pausa, todavía dijo Coca: Un mes es demasiado, Laura... Esperaré sólo quince días, que ya es bastante. Laura no contestó. Hizo como si estuviera absorta en sus oraciones, o acaso durmiendo ya. No se dejó esperar la declaración de don Mariano.
Tenía que ayudar al maestro a desnudarse. Los del hotel se encargarían de enviar el despacho. No; quiero que seas tú. Yo esperaré... Debes poné otro telegrama. Ya sabes pa quién es: pa aquella señora, pa doña Zol. También «Sin noveá».
Largo tiempo estuve paseando de arriba abajo en este punto mi recuerdo es preciso presa de un abatimiento que no sabría pintarle a usted. «¡Amo a una mujer casada!», me decía, aferrado a esta idea, vagamente aguijoneado por lo que ella tenía de irritante, lleno de terror, sobre todo, como fascinado por lo que ella implicaba lo imposible; me asombraba el ver que, sin quererlo, repetía la frase que tanta sorpresa me causó en boca de Oliverio: «esperaré», y en seguida me preguntaba: «¿pero qué?» A esto no era dable responder más que con suposiciones abominables que me resultaban profanadoras de la imagen de Magdalena.
En tal caso, no tendré necesidad de ti. No obstante, paséate por los alrededores mañana por la mañana. Si no viniese... ¡pero no, eso es imposible! vienes tú así que se hayan acostado. No importa a que hora. Tal vez le Tas duerma; llama de todos modos, yo te abriré la puerta. Es inútil, señora; he sido cerrajero y conservo mis herramientas. Bien, te esperaré. Pero estoy segura que el conde vendrá.
Yo le decía que no se casara, que me esperara. Sí, te esperaré contestaba ella fríamente. Supe que no era yo el único que hablaba con Dolorcitas por la reja y que un joven guardia marina iba muchas noches a charlar con ella.
Como usted quiera, no insisto en ello... En cuanto a su invitación, hago tanto caso de ella como esto... Y golpeó con su varilla sus botas que chorreaban agua . Sepa usted que esperaré no sólo ese guardacostas, sino otro que debe llegar del Este. ¡Les esperarás! ¡virgen santa! ¡les esperarás! ¡Oh San Francisco, rogad por mí!
Desde entonces mantengo mi palabra y no he añadido ni una frase que pudiera hacerle suponer que abrigo la más leve esperanza ni la duda más pequeña. No me oirá nunca ni lamentarme ni suplicar. Siento que en semejante caso tendré mucha paciencia y esperaré. Mientras así me hablaba parecía Oliverio muy tranquilo.
Si Dios tiene decidido llamar a su lado a mi pobre Germana, yo bendeciré llorando su mano rigurosa y esperaré a tu lado el instante en que debamos reunirnos. Pero yo quiero que la memoria de mi ángel amado sea tan pura como su vida. Desde hace más de veinte años conservo un ramo de flores de azahar, marchito lo mismo que mi felicidad y mi juventud: cuando ella muera quiero ponerlo sobre su ataúd.
Palabra del Dia
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