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Golfín esperó y con paso muy quedo acercose más. Choto estaba frente a la Nela, echado sobre los cuartos traseros, derechas las patas delanteras, y mirándola como una esfinge. La Nela miraba hacia abajo.... De pronto empezó a descender rápidamente, más bien resbalando que corriendo. Como un león se abalanzó Teodoro a la sima, gritando con voz de gigante: ¡Nela! ¡Nela!

Sotileza, con ser muy mujer, tiene algo de esfinge tebana, y el autor no ha hecho más que levantar una punta del velo sagrado. Todos los instintos de su rebelde y altiva naturaleza han recibido desde el principio una dirección extraña, merced a aquella vida errabunda de playa y de muelle de las Naos en que gastó sus primeros años. Su corazón es recio y duro para amar.

Algún comprador erudito la puso por entonces la Esfinge, y con este mote se quedó en el barrio.

Tómale, hijo mío le dijo su padre adivinándole la intención y apoderándose de la tarjeta antes que él . Pero aguarda un poco. Esos parecidos dijo la Esfinge son el sello que pone la mano de Dios en las obras del demonio, como esa desdichada criatura, para aviso de las gentes honradas... ¡Mujer!...

Para saber si dentro hay diablos ó espejos, repuso Simoun, ¡lo mejor es que ustedes vayan á ver la famosa esfinge! La proposicion pareció buena y fué aceptada, pero el P. Salví y don Custodio manifestaban cierta repugnancia. ¡Ellos á una feria, codearse con el público y ver esfinges y cabezas parlantes! ¿Qué dirían los indios?

Un día vendrá; al fin, que lo resuelva; y la Esfinge Argentina, mitad mujer por lo cobarde, mitad tigre por lo sanguinario, morirá a sus plantas, dando a la Tebas del Plata el rango elevado que le toca entre las naciones del Nuevo Mundo.

Y de nuevo entonces, como una esfinge atormentadora, surge en su mente la pregunta de si ha pasado o no la edad en que sin imprudencia puede el hombre casarse y crear una familia. Esta vez, debido quizás al influjo de ese alegre sol de mayo, la respuesta se formula en su espíritu con menos vacilaciones, con mayor claridad que nunca.

Es un monstruo, una esfinge incomprensible; muerto es el laboratorio de la vida, inerte es la representación de la constante inquietud. Muchas veces sospechamos si habrá en él escondido algo como una lección; en momentos se figura uno haber descifrado su misterio; en otros, se nos escapa su enseñanza y se pierde en el reflejo de las olas y en el silbido del viento.

Parece que duele ahí repuso la Esfinge, bajando otra vez la mirada a su calceta , y sólo con el supuesto. ¿Cómo será el dolor cuando los hijos se mueran de veras! ¿Le ha sentido usted, a lo que veo? se atrevió a decir la marquesa, medio aturdida bajo el peso de aquel inesperado incidente promovido por tan extraño ser.

El primer rompecabezas en que se estrellaron los primeros caviladores ansiosos de saber misterios interrogando a la Esfinge, fue, sin duda, el fenómeno siempre imponente y universal de la muerte.