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Actualizado: 7 de junio de 2025


El desfile se prolongaba hasta media noche, y la bandera nacional aparecía sobre la muchedumbre andante escoltada por las banderas de otros pueblos.

Elena, ofendida por la actitud de la hija de Rojas, la miraba ahora orgullosamente. Tal vez sea una flor dijo , pero demasiado silvestre. Y siguió adelante, escoltada por sus dos admiradores.

Los judíos, para saciar su rabia, deciden sacrificarlo, como á Cristo, con iguales martirios, y el último acto nos representa la serie de dolores que sufre el mísero niño; lo azotan, lo coronan de espinas y lo crucifican, sin abandonarlo en sus tormentos la paciencia y la resignación celestial; al fin asciende al cielo su alma, escoltada por ángeles, mientras los judíos celebran orgías y entonan cánticos alegres, formando el conjunto cuadros sorprendentes por la profunda emoción que excitan en nuestra alma, haciéndonos dudar si hemos de admirarlos por sus bellezas poéticas sublimes, ó censurarlos por su singularidad y extravagancia.

Voy todos los miércoles al mercado, compro pollos y huevos, discuto por gusto con las vendedoras para acabar dándolas lo que piden, convido en la chocolatería a las hortelanas de este contorno, y vuelvo a casa escoltada por todas ellas, que se admiran al oírme hablar con Beppa en un lenguaje extraño. ¡Si viera usted lo que me quieren!... En sus ojos leo el asombro al reconocer que la señoreta no es tan mala como dicen las de la ciudad. ¿Recuerda usted la pobre hortelana enferma que vimos en la ermita aquella tarde?

La del infeliz condestable de Castilla estaba escoltada por cuatro caballeros santiaguistas envueltos en el manto de la orden, que parecían velar a su Gran Maestre, enterrado sin cabeza en la caja de piedra orlada de góticos junquillos. Gabriel recordaba lo que había oído contar a su padre de la estatua yacente de don Álvaro.

Los ojos de la muchedumbre estaban fijos, clavados en el coro de las Bernardas, escrutando por entre sus rejas la portezuela del fondo. Al fin apareció. Venía igualmente escoltada por dos monjas. El traje de novicia la hacía un poco más vieja. Sin embargo, estaba hermosa, ¡muy hermosa!, porque lo era realmente aquella santa y extraordinaria criatura.

La niña, hastiada ya de las expansiones familiares, se había despegado de ellos y reía en la puerta del fumadero, escoltada por su hermano y todos los admiradores, que parecían desnudarla con los ojos. Llegó Fernando hasta la terraza del café, atraído por el Canto de la Primavera, de Mendelssohn, que tocaba la música.

Y tras esta amenaza dió con las espuelas á su caballo y salió al galope, sin volver la cabeza, mientras don Carlos permanecía con el revólver en su diestra. Cerca del río tuvo el gaucho un encuentro más agradable. Vió venir hacia él un grupo de tres jinetes, é hizo alto para reconocerlos. Era la marquesa de Torrebianca, vestida de amazona y escoltada por Canterac y Moreno.

Cuando quiso desprenderse tenía a Martita tan fuertemente colgada del cuello, que fue necesaria la intervención de algunas señoras para lograrlo. Abrazó igualmente a todas sus amigas que lloraban a lágrima viva, mientras ella, dando ejemplo de sublime serenidad, entró alegre y sonriente en la casa del Señor, escoltada por las dos monjas. Las puertas se cerraron.

Eran las nueve y media y acababa de levantarse el telón para dar principio al segundo acto de Mademoiselle de la Seiglière, cuando la atención que Beatriz y la de Aymaret prestaban a la pieza, fue bruscamente interrumpida por la estruendosa entrada que efectuaban tres o cuatro personas en el palco opuesto al que ocupaban nuestras conocidas, quienes reconocieron en seguida a la baronesa de Grèbe, por su familia de La Treillade, escoltada de su fiel institutriz y seguida del marido y del marqués de Pierrepont.

Palabra del Dia

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