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Actualizado: 2 de junio de 2025


Hacia el fondo, el patio encalado abría una fascinación de aire libre; y los rayos del sol pasaban a través de un parral, varias veces centenario. Allí se agasajaba a las visitas, y más de un señor de título venía a escoger en persona una hoja para su espada. Hacía más de cinco años que Aguirre había abandonado el oficio. Era hombre adinerado y vivía a lo señor.

Yo he arreglado tu porvenir, pequeño inquisidor. Ya sabes que tu amigo el judío consigue siempre lo que se propone. Te queda en Mallorca con qué vivir modestamente. No muevas la cabeza: ya que deseas trabajar, y más ahora que estás enamorado y quieres constituir una familia. Trabajarás; entre los dos montaremos un negocio: hay donde escoger.

Antes de que ganar pudiera la altura en que el africano se encontraba, anunció a gritos su llegada, diciéndole: «¡Pero, hijo, vaya un sitio que has ido a escoger para ponerte al sol! ¿Es que quieres secarte, y volverte cuero para tambores?... ¡Eh... Almudena, que soy yo, que soy yo la que sube por estas escaleras alfombradas!... Chico, ¿pero qué?... ¿Estás tonto, estás dormido?».

Oyéndole, se olvidaba ella de que era sólo algo más que un criado: hablándola perdía él la noción de la distancia que les separaba. Algunos de estos diálogos tomaron giro extraño. Hoy no le quitaré a Vd. tiempo. ¡Estoy más aburrida!... Voy de tiendas, a escoger un regalo para una amiga que se casa, y no qué comprar. Tiene diez y ocho años: fue compañera mía de colegio.

El trato frecuente con las damas de la aristocracia que entraban por la mañana a escoger enaguas o medias les había hecho adquirir formas elegantes y distinguidas. Todos sabían decir: «¡Ah! no señora, a nosotros nos cuesta más» de modo tan correcto y con sonrisa tan persuasiva que no era posible resistirles.

Los polizontes disparaban sus revólveres avanzando con paso de héroes, eligiendo sus blancos en aquellas espaldas que huían por todos lados. Maltrana pensó en el señor José. Su entierro era digno de las creencias de su vida. Nada faltaba en él: palo a la canalla, fuego a discreción, con gran voluptuosidad de los defensores de la ley, que podían escoger sus víctimas impunemente.

Soltó un taco madrugador y cogió el guante con dos dedos, levantándolo hasta los ojos. ¿Quién diablos ha andado aquí? preguntó a las auras matutinas. Guardó el guante en un bolsillo, recogió las semillas que no había llevado el viento, y con gran cuidado volvió a escoger y separar los granos. Se trataba de una singularísima especie de pensamientos monocromos, invención suya.

Hiciéronse diversos diseños por artífices afamados: el Hermano Alonso Matías, reputado insigne arquitecto, se hallaba en Córdoba en su colegio de la Compañía de Jesus, é hizo uno, que pareciendo bien á todos se escogió por universal aplauso; y para que su idea se ejecutase perfectamente, le nombró el cabildo á 16 de febrero de 1618 superintendente de la obra con facultad plena de escoger los jaspes y materiales necesarios y de traer maestros y operarios de su satisfaccion . La Fábrica de la catedral recibió repetidas muestras de la gran liberalidad de este prelado.

Era para él este juego nacional una forma hipócrita de la administración socialista. Tenía muy mala suerte; pero no desmayaba, y sabía escoger siempre los números más bonitos. Con todo, no había tenido más ganancias que las de su trabajo. Así, desde que sacó adelante el negocio de las cenefas, estableciose en la calle de Juanelo, donde tenía un taller grande, aunque incómodo.

Eran indudablemente hombres buenos, justos y cuerdos; pero difícilmente habría sido posible escoger, entre toda la familia humana, igual número de hombres sabios y virtuosos, y al mismo tiempo menos capaces de comprender el corazón de una mujer extraviada, y separar en él lo bueno de lo malo, que aquellas personas cuerdas de severo continente á quienes Ester volvía ahora el rostro.

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