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Mi hijo, mi pobre hijo viviendo como un esclavo, sufriendo hambre, recibiendo golpes, él tan noble, tan hermoso... y su madre aquí, haciendo la niña, extasiándose con unos amores ideales, dando paseos poéticos por los jardines, cambiando besos... un romanticismo de vieja. Las locuras del juego aún podían tolerarse.

Serafina era suya, y él, por supuesto, era de Serafina, hasta donde podía serlo aquel mísero esclavo de su mujer. Caricias como las de la italiana-inglesa, Reyes ni las había soñado. «¡Nunca creí que el placer físico pudiera llegar tan allá!», se decía saboreando a solas, rumiando, las delicias inauditas de aquellos amores de artista.

A cambio de sus lecciones, Argensola recibía el mismo trato que un esclavo griego de los que enseñaban retórica á los patricios jóvenes de la Roma decadente. En mitad de una explicación, su señor y amigo le interrumpía: Prepárame una camisa de frac. Estoy invitado esta noche.

ABIND. ¿De qué me tiene el Rey a tal odio, Si os hace el Rey a vos mercedes tantas? ¿Por ventura soy yo del Rey esclavo? ¿He cometido algún delito inorme Contra sus leyes o real cabeza, Que me manda dejar solo en Cartama Y sujeto al alcaide que aquí viene; Y a vos, que sois mi padre, y a Jarifa, Mi amada hermana, que a Coín se partan?

Ya ve usted, Gabriel decía el curita . Tanto sacrificio, para venir a ganar menos de lo que gana un gañán en mi pueblo. ¿Y para esto me ordenaron con tanto aparato? ¿Para esto canté misa en medio de gran pompa, como si al desposarme con la Iglesia me uniese con la riqueza? Su miseria le hacía un esclavo de don Antolín.

Entonces Luz se ofreció a su deseo como creación maravillosa en que él había puesto hueso de sus huesos y sangre de su sangre, hasta convertirla en el compendio de las dichas humanas. ¿Por qué no había de pertenecerle? ¿Habrían de vivir eternamente juntos y separados a la vez, como la cortesana y el esclavo? ¿Qué ley cruel lo disponía? ¿Quién la escribió?

Jacinta se había quitado el sombrero y el abrigo. Juanito la sentó sobre sus rodillas y empezó a saltarla como a los niños cuando se les hace el caballo. Y dale con la tarabilla de que él era esclavo de su deber, y de que lo primero de todo es la familia. El trote largo en que la llevaba su marido empezó a molestar a Jacinta, que se desmontó y se fue a la silla en que antes estaba.

Por el respeto que los hombres nos debemos los unos a los otros, no quiero dejar de cumplir ningún requisito de los que ordena toda sociedad bien organizada. Siempre he sido esclavo de las buenas formas. Tráiganme ustedes cuantos curas quieran, que yo no me asusto de nada, ni temo nada, y no desentono jamás. No descomponerse; ese es mi tema».

La mía la entiendo de otra manera, y porque la tengo, voy á hablar pues me he callado por mucho tiempo. ¡Oh, no haga V. E. esos gestos porque el que aquí haya yo venido con este ó aquel cargo no quiere decir que abdique de mis derechos y me reduzca al papel de esclavo, sin voz ni dignidad!

Tambien á verte yo, mi caro Aurelio, Es el remedio de mis graves penas. Abrazanse y salen sus amos. Perra, esto se sufre ante mis ojos? Falso, traidor, esclavo con la esclava? No, no, señor, no tiene culpa Aurelio, Que al fin es hombre, sino aquesta perra esclava. La esclava no, señora, este malvado, Forzador, inventor de mil embustes, Tiene la culpa destas desverguenzas.