Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de julio de 2025
Encantado Delaberge por ese rapto de entusiasmo, que brotó de pronto como una fuente de agua viva, contemplaba con emoción a ese esbelto muchacho de veinticinco años, cuyos ojos brillaban a la luz de la luna. La haya y él parecían, efectivamente, de una misma esencia.
Era blanco, rubio, con ojos azules y con poquísima barba, que llevaba muy afeitada, salvo el bigotillo, tan suave, que parecía bozo y que era más rubio que el cabello. Era alto y esbelto, pero distaba no poco de ser un alfeñique. En realidad era fuerte y muy ágil y adiestrado en todos los ejercicios corporales.
Es la última carta de su hijo, enviada desde las trincheras. Conozco igualmente la historia del muerto: un mozo esbelto, de rubio bigote y finos ademanes, que atraía las miradas de las viajeras solas, haciéndolas reconocer la injusticia de la suerte, que reparte sus bienes sobre la tierra con escandalosa desigualdad.
Sobre el fondo rojo de este cuadro se recortaba el bello perfil de Luisa, con la falda recogida para moverse fácilmente, el rostro iluminado con los más vivos colores y el talle ajustado por un corpiño rojo que dejaba al descubierto sus redondos hombros y su esbelto cuello.
El niño se decidió al fin, y levantóse para mirar un momento, con la paleta en una mano y el tiento en la otra. Había crecido mucho, iba ya a cumplir trece años y prometía ser muy lindo de cara, y de cuerpo esbelto a la vez que fornido. Acercóse al grupo, sonriendo a Lilí, y púsose a mirar, empinándose un poco, por detrás de su madre y al lado mismo de Jacobo.
Petra se le presentó vestida de aldeana, con una coquetería provocativa, luciendo rizos de oro sobre la cabeza, el dengue de pana sujeto atrás, sobre el justillo de ramos de seda escarlata muy apretado al cuerpo esbelto; la saya de bayeta verde de mucho vuelo cubría otra roja que se vislumbraba cerca de los pies calzados con botas de tela. Estaba hermosa y segura de ello.
Aunque este era pequeño y malo, ella quería verse, no sólo el rostro, sino el cuerpo, y tomaba las actitudes más extrañas y violentas, ladeándose y haciendo contorsiones. La ligereza de su ropa era tal, que fácilmente salían al exterior las formas intachables de su talle y todo el conjunto gracioso y esbelto de su cuerpo.
Más abajo, sobre la hierba que ostenta hermosas manchas de sombra y de luz, una joven con cabellera rubia y ojos azules, de talle esbelto y flexible cual las que se mecen al rumor del Océano, dibuja en un libro que apoya en sus rodillas; reproduce una parte del paisaje que se ofrece a sus ojos, vivificado por hermosos tonos de sombra y de luz, por el humo de las cabañas, por el grupo de cabras que hay en lo alto de los riscos.
Carmen se asomó a mirar. Allí estaba Fernando, esbelto, seductor, con su cara pálida y fina, su bigote negro, sus ojos endrinos y soñadores. Tenía despejada la frente, rizo el cabello obscuro, y sensual la boca, sonreidora y correcta. Entró el viajero en el zaguán, y quedóse la muchacha fascinada, dudando si en efecto sería aquel Fernando Alvarez de la Torre hijo de doña Rebeca.
Una hermosa cabellera rubia, que comenzaba a encanecer, la servía de diadema; la fisonomía era expresiva, casi picaresca; graciosa la boca, esbelto el talle y los pies chicos. Así debían ser aquellas damas de la corte de Versalles que compensaron la virtud que les faltó a fuerza de elegancia e ingenio.
Palabra del Dia
Otros Mirando