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Actualizado: 14 de julio de 2025


Benina repitió con humildad lo dicho anteriormente: que había concluido tarde en casa de D. Romualdo; que D. Carlos Trujillo la entretuvo la mar de tiempo; que había ido después a la calle de la Cabeza... «Sabe Dios, sabe Dios lo que habrás hecho , correntona, y en qué sitios habrás estado... A ver, a ver si hueles a vino».

No le quedaba otro recurso que el de matar el tiempo de algún modo. Desmontó, pues, en casa de Lepage y se entretuvo en romper algunos muñecos, cuya suerte corrieron después varios huevos, sirviéndole por último, de blanco, hasta las moscas.

Durante tan larga espera se entretuvo escuchando, gracias á su aparato auditivo, los gritos y las canciones de los servidores, que se movían como insectos en el fondo de la Galería. Después que toda esta gente hubo comido cerca de las cocinas, el estrépito fué en aumento, cortándose de vez en cuando el vocerío de los pigmeos con las órdenes que gritaban sus diversos jefes.

Se entretuvo mangoneando en la habitación un rato y salió á esconderse detrás de la cortina, que cubría la entrada de la pieza inmediata. Que cierres la puerta, Gregoria gritó don Bernardino. Bueno, hombre. ¡Jesús! qué misterios gastamos.

Esta, apoyada sobre el hombro de su futuro hermano, seguía los movimientos del lápiz. Poco a poco se iba esparciendo por su rostro una sonrisa vanidosa. Después de trazar la cabeza, Gonzalo siguió con el busto. Le puso el peinador o matinée que la niña vestía, y se entretuvo buen rato a dibujar minuciosamente los lazos de seda con que se sujetaba por delante. Cuando el retrato estuvo terminado.

Después de detenernos a orillas del Guadalimas, parte del ejército se entretuvo en marchas incomprensibles, y empleando en esto más de un día, nos encontramos de nuevo sobre Menjíbar al anochecer del 18, punto al cual había llegado horas antes la división del marqués de Coupigny. Reunidos ambos ejércitos, no hubo allí más parada que la precisa para recoger las provisiones de que estábamos tan escasos, y ya muy de noche emprendimos el camino de Bailén.

Desde tal día, el servicio en la Cortadura y en Matagorda me entretuvo algún tiempo, y no me fueron posibles aquellas visitas, ya tristísimas, ya alegres, que hacía a Cádiz; pero al fin, como el asedio no era penoso, disfruté de algún vagar, y un día púseme en camino de la calle Ancha, con intento de resolver allí qué dirección tomar.

El día anterior a la llegada de Tirso a Madrid, mientras don José, doña Manuela y Leocadia le esperaban con la satisfacción que consentía la larga separación sufrida, Pepe se entretuvo en arreglar para su hermano su propio cuarto, trasladando de la habitación que él ocupaba a otra más chica y de peores condiciones un armarito, dos perchas, el aguamanil y dos sillas, todo lo que componía su mobiliario, diciendo que él paraba poco en casa y, además, en cualquier parte estaría bien.

Una noche que estábamos sentados aquí después de la comida, y mientras fumaba, se entretuvo en hablarme de mi pobre madre, que murió en unas habitaciones de una obscura calle de Manchester, cuando él estaba ausente en un viaje por la costa occidental de Africa; pero en el correr de la conversación declaró que, si Londres llegaba a conocer alguna vez el origen de sus riquezas, se quedaría asombrado. «Pero añadió es un secreto que tengo la firme intención de llevármelo a la tumba

Después buscó el modo más natural de entablar conversación con don Braulio, y como si fuese un señor tan formal y de peso como él, le entretuvo más de media hora sobre materias importantes. Hizo más aún. Hizo algo que parecía imposible, dado lo parlanchín que era: supo callarse, escuchar con atención y obligar a don Braulio a que hablara, de lo cual don Braulio salió encantado.

Palabra del Dia

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