Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 30 de junio de 2025


Me contempló con fijeza, se sonrió, y me dijo: ¡ también! Y luego se volvió a su rincón, y entonó su eterna melodía. Y entonces, cerca de , a mis espaldas, me estremeció una voz de mujer. Aquella voz había pronunciado, conmovida y trémula, una palabra de conmiseración para la pobre loca. Aquella voz me hizo temblar; me volví y vi delante de una mujer, un viejo y un niño.

Mi dulce musa, que el dolor inspira, hoy entona canción de amargo acento y pulsando las cuerdas de la lira triste responde al nacional lamento, lamento por los aires repetido que es a la vez plegaria y es gemido. De España en el pendón, siempre glorioso, miro negros crespones, fúnebres galas de terrible luto; por eso entono triste mis canciones, por eso rindo amante mi tributo.

Sea de esto lo que se quiera, lo que nos importa añadir aquí es que el aspecto, ademán y entono de donna Olimpia estaban llenos de reposada majestad. De sus años no sabemos qué decir. Como las deidades mitológicas, como los seres inmortales, su edad era problemática; era casi un misterio. Se diría, no obstante, que aquel astro culminaba entonces en el meridiano de su belleza y de su gloria.

La historia nos cuenta que próximos á chocarse los ejércitos de Haroldo y de Guillermo el Conquistador, un caballero normando, dando espuelas á su caballo, entonó entre los dos ejércitos el célebre canto carlovingiano, que conocemos desde aquella época con el título de «Cancion de Rolando», y que es la mas sublime epopeya de la edad media.

Doña Rebeca, ante la insolencia provocativa de aquella arrasada, se desató en improperios contra el hijo guapo de su corazón, y pensando con terror en el desquite que Narcisa se iba a tomar a costa de aquel despojo, entonó la salmodia estupenda de sus refranes: Al arca abierta, el justo peca.... Del enemigo, el consejo.... Fíate de la Virgen.... ¡Era toda un puro berrinche la señora de Rucanto!

Ni las personas más inofensivas estaban libres de sus burlas, siendo principal blanco de ellas el Ministro de Negocios extranjeros del Rey Venturoso, cuya gravedad, entono y cortas luces, así como lo detestablemente que hablaba el sanscrito, lengua diplomática de entonces, se prestaban algo al escarnio y a los chistes. Así andaban las cosas, y las fiestas de la corte eran más brillantes cada día.

Los hombres se prendaban de ella, la perseguían y se llenaban de esperanzas; pero, no bien querían propasarse para que se lograsen, Nicolasa se revestía de gravedad y entono, propios de la mejor heroína de Calderón, hablaba de la inestimable joya de su castidad y limpísima honra, y ponía á raya todo atrevimiento, todo desmán y todo propósito amoroso algo positivo que no llevasen por delante al padre cura.

Aquel grueso muchachote, cuya fisonomía no tenía nada de paternal, pareció transfigurarse. Su rostro se iluminó, sus ojos lanzaron rayos. Tomó un sable de manos del marqués, retrocedió dos pasos, y entonó en idioma turco una improvisación poética que su amigo Osmán-Bey tuvo la amabilidad de anotar y traducirnos: Armado estoy para el combate; ¡Dios confunda al malvado que me ofende!

Pero aún hay otros factores: son todas las lecturas, todas las impresiones que fué recogiendo en su camino por la vida, todas sus ufanías y desengaños de un instante, todo ese «polvillo de realidad» que sobre el espíritu va depositando la experiencia, lo que desde lejos, desde muy lejos, influye más ó menos eficazmente en el definitivo entono y arquitectura de la obra artística.

Sin hacer el menor caso de aquellas voces, el músico seguía pulsando las cuerdas, fija la mirada en el ahumado techo, como tratando de recordar la letra de su canto. Luégo entonó con ronca voz una de las canciones más obscenas de la época, con visible aprobación de la mayoría de sus oyentes.

Palabra del Dia

hilaban

Otros Mirando