United States or Nepal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Esperábase la Butrón la llegada del constipado, díjole así a su marido al mostrarle la carta, y entonces fue cuando el respetable diplomático descargó su berrinche sobre la pobre dama, prodigándole los dicterios que al comenzar este capítulo apuntamos.

Doña Rebeca, ante la insolencia provocativa de aquella arrasada, se desató en improperios contra el hijo guapo de su corazón, y pensando con terror en el desquite que Narcisa se iba a tomar a costa de aquel despojo, entonó la salmodia estupenda de sus refranes: Al arca abierta, el justo peca.... Del enemigo, el consejo.... Fíate de la Virgen.... ¡Era toda un puro berrinche la señora de Rucanto!

Lo que más me complace continuó Pinilla es que cae también el joven Bozmediano, que también se ha metido á político, educado por su padre. ¡Bozmediano! ; es un hombre tan odioso para mi, que me parece que si no le veo ensartado me muero de un berrinche. ¿Y qué le ha hecho á usted? Ahí tuvimos una pendencia en Lorencini. Reñimos. Fué por un discurso mío; es cuento largo.

En conclusión, la chica quedó mocha, y para no dar campo a que la llamasen Mariquita la pelona, se llamó a buen vivir, entró en un beaterio y no se volvió a hablar de ella. De cómo la trenza de sus cabellos fué causa de que el Perú tuviera una gloria artística El sujeto que, por berrinche, había trasquilado a Mariquita era un joven de veintiséis años, hijo de un español y de una india.

¿Qué es esto? ¿Qué pasa? dijo el Comendador. ¿Dónde ha estado V. hasta ahora? ¿Dónde he de haber estado? En casa de Doña Blanca, donde hice mal y remal en introducirte traidoramente. ¡Buena la has hecho! ¿Qué demonios te aconsejaron cuando hablabas? ¿Qué dijiste á la infeliz? ¡Vaya un berrinche que ha tomado! Está mala. ¡Dios quiera que no se ponga peor!

Pasado el berrinche, se fijó en la cara de su sobrina, encontrando en ella un oscurísimo jeroglífico que no podía descifrar: «Pero estate sin cuidado que ya te lo acertaré yo... Conmigo no juegas ».

A ratos se tranquilizaba, pero de repente le entraba el berrinche y se ponía a dar patadas en el aire. Rafaela, que era una mujer de poquísimas fuerzas, ya no podía más. Guillermina se lo quitó de los brazos, diciendo: «Dámele acá... no puedes ya con tu alma... Ea, caballerito; a callar se ha dicho...». El Pituso le dio un porrazo en la cabeza.

Veremos mañana». El 23, D. José y D.ª Laura tomaban un berrinche porque no les había caído la lotería, fenómeno extraño que todos los años se reproducía infaliblemente. Concluían ambos por exclamar con cristiana paciencia: «Otro año será».

Y el viejo se animaba, se erguía, apoyándose en su bastoncillo, y al hablar de su querida tienda, una oleada de sangre daba color a su cara fresca de anciano bien conservado. No; yo no puedo callar; esto apresurará mi muerte. Necesito tranquilidad, y no me acuesto ninguna noche sin llevar en el cuerpo un berrinche más que regular.

El corazón de un niño perdona fácilmente, y el mío no era el menos dispuesto a los sentimientos dulces y expansivos. A la mañana siguiente se me preparaba una gran sorpresa, y a mi ama el más fuerte berrinche que creo tuvo en su vida. Cuando me levanté vi que D. Alonso estaba amabilísimo, y su esposa más irritada que de costumbre.