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Actualizado: 6 de junio de 2025
Se ha portado mejor de lo que podía esperarse. Si no lo ha dicho, lo dirá manifesté con mal humor, producido por oírle llamar al malagueño por su nombre de pila, lo cual me parecía ya una infidelidad. ¡Pues que lo diga! Me enteré de la edad que tenía, diecinueve años cumplidos, y propúseme consultar a algún abogado para saber si podría casarme contra la voluntad de su madre.
Por ahora, quédese como está el asunto; es decir, en que le he comprendido a usted, y en que no es el que usted merece el puesto con que se conforma para tomar el sol y el aire... Otra cosa: ¿oye usted la mar?... ¿No parece que está relatando la historia por lo bajo, para que se entere papá, y murmurando contra usted porque la dejó sin la presa que ya estaba devorando?
Carlota, viendo con terror aquel motín y temblando que D.ª Carolina averiguase la verdad, llamó en secreto a su padre al cuarto, le echó los brazos al cuello y le dijo llorando: He sido yo, papá; he sido yo la que te ha llevado el tabaco... Pero que no se entere mamá, que no se entere Mario cuando vuelva. Sé que no fuma porque no tiene dinero y yo tampoco lo tengo para dárselo.
Tras las rejas enmohecidas no aparecía ningún resquicio de maderas entornadas por el cual se pudiera filtrar una mirada humana. «Esto es tan solitario, hija mía dijo el marido, quitándose el sombrero y riendo , que puedes armarme el gran escándalo sin que se entere nadie». Juanito corría.
Dejé a D. José María para ver lo que pasaba, y en cuanto puse los pies fuera de la cámara, me enteré de la comprometida situación en que se encontraba el Rayo. El vendaval, no sólo le impedía la entrada en Cádiz, sino que le impulsaba hacia la costa, donde encallaría de seguro, estrellándose contra las rocas. Por mala que fuera la suerte del Santa Ana, que habíamos abandonado, no podía ser peor que la nuestra. Yo observé con afán los rostros de oficiales y marineros, por ver si encontraba alguno que indicase esperanza; pero, por mi desgracia, en todos vi señales de gran desaliento. Consulté el cielo, y lo vi pavorosamente feo; consulté la mar, y la encontré muy sañuda: no era posible volverse más que a Dios, ¡y
Ello ha de ser a media noche, en la propia habitación de doña Eulalia, a donde hemos de acudir, recatadamente y sin que doña Eulalia ni nadie se entere, el padre de ella, desarmado para evitar un funesto rapto de ira, vuestra reverencia con sus exorcismos y yo pertrechado de mi ciencia duendina. Tengo la más perfecta seguridad de que todo tendrá allí desenlace dichoso.
Aguarde usted; apenas me enteré de todo sentí ganas de irme a la cama, donde todavía estaba Antonio, para arañarle.... No se ría usted, doña Manuela; hubiera querido ser hombre, para hacer una barbaridad.... ¡Pero una vale tan poco...! Además, cuando se es honrada y se quiere al marido, se le tiene respeto y no se atreve una a ciertas cosas.
El semblante de Felicia se cubrió de intensa palidez. Sí señora, la conozco. No la había visto más que una sola vez en su vida y apenas había tenido tiempo para grabar sus facciones en la memoria. Pero ahora más que la memoria se lo decía el corazón. Me sorprende y me alegro de que usted me reconozca. No quise que nadie me acompañase desde Entralgo. Cuanta menos gente se entere, mejor.
La carretera se desplegaba al través de los campos llanos y dilatados del sur de la ciudad. A un lado y a otro se extendían, secos y amarillos, manchados a trechos por el verde gris de los olivos y el profundo oscuro de las huertas de naranjos. Enteré al conde del estado de mis negocios, esto es, procuré enterarle, seguro de haber disfrutado de su atención, por lo menos, la mitad del tiempo.
De estas cosas y otras que también dejo mencionadas, y algunas que mencionaré más adelante, ya le enteré a usted en su debido tiempo, así como del rumbo que gastaba el inglés principal, lo apegado que estaba a la villa, y lo muchísimo que la hubiera enseñado, si como se marchó a los dos años de haber venido, porque la mina les dio chasco, permanece entre nosotros dos años más siquiera; pero se lo vuelvo a referir a usted porque, en mi deseo de darle el cuadro completo, no quiero omitir en él ninguno de sus componentes principales, aunque ya le sean conocidos.
Palabra del Dia
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