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Actualizado: 12 de junio de 2025


El mundo, ignorado antes, había venido a revelarse con una grandeza real hasta entonces no percibida y por toda ella iban a extenderse y a triunfar la religión de Cristo y la civilización de Europa, llevadas par los hijos de Iberia hasta las regiones más remotas, ya entre gentes bárbaras y selváticas que separadas del resto del humano linaje no habían seguido su marcha progresiva y hasta habían olvidado la nobleza de su origen común, ya entre los pueblos de Oriente donde persistían y florecían aún la poesía y el saber y el arte de las edades divinas, cuando entendían los hombres que estaban en comunicación y trato con los dioses y con los genios; por todas partes, entre todas las lenguas, tribus y gentes, así entre aquellas, que olvidadas de las primitivas aspiraciones y revelaciones, se habían hundido en una vida casi selvática, como entre aquellas que, combinando y fecundando esas aspiraciones y revelaciones primitivas con los ensueños de una exuberante fantasía, habían creado una portentosa cultura, en cuya ponderación y admiración permanecían inmóviles.

Así era el turno pacífico en Vetusta, a pesar de las apariencias de encarnizada discordia. Los soldados de fila, como se llamaban ellos, se apaleaban allá en las aldeas, y los jefes se entendían, eran uña y carne. Los más listos algo sospechaban, pero no se protestaba, se procuraba sacar tajada doble, aprovechando el secreto.

Aunque yo no hubiese seguido de antemano la sentencia de aquel sabio alejandrino que afirmaba que sólo las personas hermosas entendían de hermosura, V. me hubiera movido á seguirla, mostrándose luminoso y vivo ejemplo y gentil prueba de su verdad. No extrañe V., pues, que, lleno de agradecimiento, le dedique este libro.

Trató el negocio con los que se hallaban allí en corte, que lo entendían, y no contento con esto dió parte dello al Príncipe Doria, para no hacer cosa sin consejo y parecer de un hombre de tanta reputación y que con tanta afición y lealtad había servido siempre, y de más experiencia en semejantes cosas más que otro alguno.

El Duque y D. Alvaro entendían en hacer escuadrones y escaramuzas en el Brazo de Sarranela, que dieron harto que reir á muchos y perder la esperanza de que saliesen bien con lo comenzado. En estas escaramuzas y niñerías acaeció que un soldado español que se decía Herrera dió un bofetón á un caballero ginovés, hijo de Antonio Doria.

Inútil era decir a los impacientes de Córdoba que un ejército no se instruye, arma y equipa en cuatro días: nada de esto entendían. Aunque al través del tiempo nos parezca lo contrario, entonces se chillaba mucho, y también había quien tomara muy a pechos los asuntos de la guerra sólo por el simple placer de meter ruido, y también por hacerse de notar.

Cuando éstos querían hacer falla para dedicar el día a una borrachera, se entendían con Facundo, quien lo avisaba a la señora, prometiéndole responder de la asistencia de todos al día siguiente, la que era siempre puntual. Por esta intercesión llamábanle los peones el padre.

Hoy han dicho que no traen más escarola si no se la ponemos a diez». En el grupo de la izquierda, compuesto de tres individuos, oyó Rubín lo siguiente: «Te aseguro que yo admito la metempsícosis, según la entendían los egipcios y los caldeos». Comprendió Rubín que los de la derecha eran asentadores de víveres y los de la izquierda filósofos de café.

A esto respondió la guardesa que podrían lograr sus deseos de recogerse, si se entendían con un señor muy piadoso que anda en estas cosas de asilos; un sacerdote... que le llaman D. Romualdo. «¡D. Romualdo!... ¡Ah! , ya ; digo, no le conozco más que de nombre. ¿Es un señor cura, alto y guapetón, que tiene una sobrina llamada Doña Patros, que bizca un poco?».

La montaña del horizonte, la luna, el campanario de la parroquia, ciertos muebles... la ropa de color, usada, de andar por casa... las zapatillas gastadas... el lecho de soltero sobre todo. Estos seres inanimados, de la industria, a los cuales dudaba Platón si correspondía una idea, eran para Bonis como almas paralíticas, que oían, sentían, entendían..., pero no podían contestar ni por señas.

Palabra del Dia

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