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Actualizado: 22 de julio de 2025
Con verbosidad enteramente francesa convenció a Miranda y a Perico de que debían alojarse en un chalet, por evitar a las damas la enojosa promiscuidad de la mesa redonda de hotel, y para que se encontrasen como en su propia casa. Repartido entre las dos familias, no sería exorbitante el coste y las ventajas muchas.
Aunque movido Morsamor de sentimientos contrarios, coincidía con el gobernador en hallar difícil y enojosa su posición en Goa, ansiando salir de allí en busca de aventuras, con toda independencia de Portugal y campando por su respeto.
La enojosa tormenta, pues, pasada, Al punto que la noche se viniera, Las balsas desamparan este puesto, Y oid lo que sucede, pues, de aquesto.
En su horrible hastío, no gustaba la Pipaón de ir al Prado, porque era esto como pasar revista de miseria y cursilería. Había empleado ya muchas veces la enojosa fórmula-explicación de su destierro: «Teníamos tomada casa en San Sebastián, poro con la enfermedad de Bringas...»; y cansada de ella, esquivaba las ocasiones de repetirla.
Iban alguacil delante y familiar detrás, estirando a cual más podían las zancas y alargando los pescuezos, aficionado el uno al agasajo que de seguro le harían en aquella principalísima casa mientras esperase, y desasosegado y agonizando el otro por volver a ver a doña Guiomar; y esperaba el alguacil que alguna linda doncella, o dueña de no malos bigotes viniese a él, por mandamiento de su señora, para hacerle menos enojosa la espera; que el alguacil no podía creer sino que a cosa de amores volvía el familiar solo a la casa, y sin color de justicia, y que por esto se había salido de la casa sin prender a nadie; y en cuanto al familiar, no pensaba nada, sino que de él tiraban duendes o diablos para llevarle a su perdición; y aunque él no quería, salíasele el alma al mezquino, como si su alma hubiese querido llegar súbitamente y juntarse con aquella otra alma que dentro de aquel hermosísimo cuerpo vivía.
Mi salida de la casa de Castro Pérez, salida que además de enojosa me pareció ofensiva para mi buen nombre, me puso abatido y desalentado. Todos aquéllos que me veían en la calle, sin ocupación ni empleo, y que antes me vieron en el despacho del abogado, pensarían, sin duda, que Castro Pérez me había despedido por algo vergonzoso. Dime a cavilar en esto, y me resolví a no salir de casa.
A pesar de lo apacible y alegre de mi carácter durante toda mi vida, empecé a sentir entonces, con enojosa persistencia, odio y desprecio hacia mí misma y hacia la gente que me rodeaba y miedo de verme tan sola, sin haber obtenido nunca sino fugaces amistades y sin contar con persona alguna en quien poner mi confianza y mi profundo y verdadero afecto.
La música dominaba a intervalos el rumor de las conversaciones; la atmósfera se iba cargando hasta hacerse enojosa; la temperatura aumentaba por momentos; el abrasado ambiente de la sala parecía luchar con el fresco que penetraba del jardín por los anchos balcones en suaves ráfagas, y entre aquel mar de luz o torbellino de colores, se percibía el olor extraño que formaban los aromas de las flores, los perfumes de tocador y el calor de los sudorosos cuerpos.
Estaba la señorita de pueblo muy gozosa en medio de las risueñas praderas sin la enojosa traba de las pragmáticas sociales de su señor padre, y así, en cuanto se vio a regular distancia de la casa, empezó a correr alegremente y a suspenderse de las ramas de los árboles que a su alcance estaban, para balancearse ligeramente en ellas.
Antonia procuraba evadir la conversación siempre enojosa; pero el doctor insistió diciendo con alegre y serena sonrisa: Oye, Antoñita, no trates de engañarme, hazte cargo de la realidad. Presiento ya mi fin, y mi alma que, en efecto, está más impaciente que el cuerpo, empieza por abandonar a intervalos este mundo para volar al otro en ensueños y divagaciones.
Palabra del Dia
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