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Actualizado: 1 de junio de 2025
Don Cleofás dijo que se llamaba el Engañado, y el Cojuelo, el Engañador, sin entenderse el fundamento que tenían los dos nombres; y repartiendo los asuntos para la academia venidera, nombraron por presidente della al Engañado y por fiscal al Engañador, porque el oficio de secretario no se mudaba, haciéndoles esta lisonja por forasteros, y porque les pareció a todos que eran ingenios singulares.
Pues de esta unión había nacido un niño, el más bonito, el más gracioso, el más esbelto, el más engañador y salado que en el barrio había. Contaba a la sazón diez años, que parecían doce, según estaba el rapaz de espigado y suelto.
En seguida tuvo vergüenza de este grito del corazón, eco fiel de su inconsciente egoísmo, y trató de colorear su defección a sus propios ojos. Ciertamente, hubiera querido casarse con Liette; ¿pero podía? ¿Era digno y leal asociarla a un porvenir precario después de haber hecho brillar ante ella un espejismo engañador?
63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después del tercer día resucitaré. 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; para que no vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. 65 Y Pilato les dijo: Tenéis la guardia: id, aseguradlo como sabéis.
En el trato comun se explica todo con el nombre de verdad; mas conviene mucho separar estas cosas, porque el que falta á la veracidad voluntariamente, es hombre falso y engañador; el que siendo veraz equivoca las cosas, no es falso ni mentiroso, sino facil crédulo y poseido del error. Estas cosas son tan claras, que no necesitan de mas explicacion.
Los valientes leñadores se han de lanzar sobre ese andamiaje engañador que tiembla bajo sus pies; uno á uno tienen que arrancar todos los troncos superiores y hacerlos rodar por encima del dique á la parte libre del arroyo, pero bien un palo medio libre se levanta de improviso, ó un pie resbala sobre la madera lisa y mojada, ó un salto de agua, un remolino repentinamente formado viene á chocar contra la madera donde él flota, ó un palo caído en la corriente salta hacia los leñadores, y algunos de ellos, lívidos y sangrientos, flotarán también en compañía de los muertos pinos, por el río abajo; los que á fuerza de energía, destreza y suerte, escapan de todos esos peligros, los que desde el bosque á la serrería saben conducir la flotilla de pinos sin tener ninguna desgracia, tienen motivos para creerse afortunados; pero que esperen semanas y meses porque el cortejo de las enfermedades les sigue con paso incierto.
Viendo Zumacaze el caso desesperado y más pesaroso de perder la bienaventuranza sin el bautismo que la vida corporal, volvió su confianza toda á la Santísima Virgen, cuyas alabanzas y poder había oído muchas veces, y por eso la invocaba con frecuencia, diciendo: «Señora mía, creo que sois la verdadera Madre de las gentes, y que la diosa Quipoci es un diablo engañador; creo en tí y en Jesucristo, y te suplico no permitas que yo muera infiel, para que no me condene eternamente; quitadme esta fiebre, hasta que recibido el santo bautismo, te pueda ir á ver allá en el cielo.»
Para dejar pues de prestar crédito á una relacion, no basta objetar que el narrador está interesado en faltar á la verdad; es necesario considerar si las circunstancias de la mentira son tan desgraciadas, que poco despues haya de ser descubierta en toda su desnudez, sin que le quede al engañador la excusa de que se habia equivocado ó le habian mal informado.
Mas los maridos sois ríos Que, en allegando a la mar De la noche del gozar, Perdéis del curso los bríos. ¿Tan fea soy, engañador? ¿Tan poco te he regalado? Debes de estar enseñado A otra experiencia mayor. Si amartelado venías, ¿No era remedio bastante Una mujer ignorante Que para mujer querías?
Palabra del Dia
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