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Actualizado: 24 de junio de 2025
Su padre, colérico por la escena de la noche anterior, le había escogido como víctima, para desahogar su enfado. «¡Una injusticia, don Jaime!» Gritaba paseándose por la cocina, mientras las mujeres, con los ojos llorosos y el aire encogido, parecían huir de su mirada. Todo lo ocurrido lo atribuía a su blandura de carácter, a su bondad; pero iba a poner remedio a esto inmediatamente.
Mi inocencia no sospechó del señor de Baurepois, el cual no me parecía de la madera de que se hacen los maridos. En casa de la Bonnetable, olvidada ya de su enfado, esperé en vano al señor en honor del cual me había puesto mi traje azul y el sombrero cuya pluma, etc. En casa de la señora de Ribert, ni sombra de pretendiente. En casa de la Roubinet, nada más que un diluvio de flores de retórica.
Esto causó mucha sorpresa, porque era sabido que no quería a Pablo, de modo que aquel llanto hizo pensar a todos, que aunque la muchacha le mostraba aversión por sus desórdenes, en el fondo lo quería algo. El señor alcalde se enfadó, lo mismo que la señora, y se retiraron, concluyéndose en seguida la cena de esa manera tan triste. Han pasado ya tres años.
¡Estoy harta de tener calma! exclamó con enfado Nucha, como el que oye una gran simpleza . He rogado, he rogado.... He agotado todos los medios.... No aguardo, no puedo aguardar más.
No; lo que yo quería, Eugenio, era pedirle que me dispensase el enfado que tomé allá en la mesa.... Conozco que soy a veces así... un poco vivo... y luego hay conversaciones que me sacan de tino, sin poderlo remediar. Usted póngase en mi caso.
La graciosa morenita hizo un gesto desdeñoso y se volvió hacia su amiga sin dignarse responder. ¿Qué dice esa bruja? le preguntó aquélla. Que nos parecemos en la historia. ¿Y por qué dice eso? ¡Qué sé yo! replicó con enfado Flora. El corro de mujerucas, mientras tanto, reía.
Despertó al fin de aquello que parecía letargo, y volviendo a mirarse, animose con la reflexión de su buen palmito en el espejo. «Digan lo que quieran, lo mejor que tengo es el entrecejo... Hasta cuando me enfado es bonito... ¿A ver cómo me pongo cuando me enfado? Así, así... ¡Ah, llaman!». El campanillazo de la puerta la obligó a dejar el tocador.
Santorcaz, al oír esto, se desternillaba de risa, haciendo subir de punto con sus irreverentes manifestaciones el enfado de D. Santiago Fernández, el cual, dando una fuerte puñada en la mesa, continuó así: ¿Qué valen todos los generales de hoy, ni los emperadores todos, comparados con el marqués de Sarriá?
Varias veces intentó introducir su caballo entre las cabalgaduras de los dos, dando fin de tal modo al diálogo; pero Elena le detenía siempre con un gesto de contrariedad. Al ver que ella continuaba su conversación con Manos Duras, se volvió hacia Moreno, necesitando manifestar á alguien su enfado. Ese gaucho es un atrevido, y habrá que darle una lección.
¿Qué me importa tu prima? exclamé con enfado . Tú no sospechabas que viniera a sorprenderte. ¿Pero estás loco?, doña María no me quita los ojos. Vaya al diantre doña María. Respóndeme, Inés, a lo que te pregunto, o gritaré y escandalizaré para que nos oigan hasta los sordos. Pero si no me has preguntado nada. Sí te he preguntado. Pero tú haces que no oyes, y no quieres responderme.
Palabra del Dia
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