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Actualizado: 27 de septiembre de 2025
Por esto no hay obligación de conservarla como nuestra patrona. Este honor corresponde, sin disputa, al apóstol San Pablo, que permitió a la gente de su tiempo y a la de los tiempos de después, no casar a sus hijas. Aunque se enfade mi pobre señora, que no es de esta opinión. »El día de Santa Catalina está próximo, señor cura.
Sin embargo, al ver a la chica inmóvil, en actitud altiva y desdeñosa, dijo de nuevo, con más firmeza: Vamos, hija, ve a pedirla perdón, ya que la has ofendido. La niña hizo su peculiar mohín de desprecio con los labios, y murmuró muy bajito: ¡Sí, en eso estoy pensando! Vaya, Ventura, ¿qué murmuras ahí? Anda, antes que me enfade. Anda, anda, Venturita. Ve allá.
Cuando vuelva a casa diré la verdad; y si la señora está viva para cuando yo llegue y no quiere creerme, que no me crea; y si se enfada, que se enfade; y si me despide, que me despida; y si me muero, que me muera». Aunque Nina no lo pensara y dijera, bien se comprenderá que el desasosiego y consternación de Doña Paca en aquella triste noche superaron a cuanto pudiera manifestar el narrador.
Esas no son gracias, María; son chanzas pesadas, que sabes que no me gustan dijo incomodada la buena anciana . Dime a mí lo que quieras; pero a fray Gabriel déjale en paz, que es el único bien que le ha quedado. Vamos, no se enfade usted, tía María repuso la Gaviota ; consuélese usted con pensar, que nada tiene de vidrio fray Gabriel, sino sus espejuelos.
No se enfade usted, papá repitió la joven, regresando después de su expedición infructuosa hasta ponerse al amparo de las alas del sombrero paterno . Ya sabe usted que me gusta mucho el campo y que me vuelvo loca cuando veo árboles, flores, praderas. Como en aquella triste tierra de Campó donde vivimos no hay nada de esto.... ¡Oh!
Ese señor está perdío por usted: debe de ser..., no se enfade usted..., vamos, ¡un gatera más listo!; pero esta vez..., ya no sabe el hombre lo que se pesca. De fijo que a estas horas anda por esas calles brincando como una cabra en busca de sus tíos de usted. ¿No era eso lo que hacía falta? Cabal.
Si no hay nada que resista a ese jociquito rubio; y como vucencia siga aquí, nos vamos a quedar sin donceyas. Poenco dijo lord Gray déjame en paz con tus doncellas, y lárgate de aquí, si no quieres que te rompa una botella en la cara. Pues najencia, me voy. No se enfade mi niño. Yo soy hombre discreto.
Y yo no me enfadé, y volví, y todos los días le traía algo á la Silvia. Como usted era el que iba á la compra, no le podíamos sisar, y la infeliz no tenía una triste chambra que ponerse. Era una mártira, D. Francisco, una mártira; ¡y usted guardando el dinero y dándolo á peseta por duro al mes! Y mientre tanto, no comían más que mojama cruda con pan seco y ensalada.
Palabra del Dia
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