Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 23 de mayo de 2025


Al llegar a París no quise apearme en el mismo hotel donde se aloja Alfonso para no causarle una emoción de sorpresa demasiado fuerte y dolorosa, y porque yo temblaba con motivo de la carta del buen M. de Larnaud, ante el temor de que mi hijo estaría muy cambiado, y que semejante cambio podría afectarme de una manera muy visible a sus ojos, al encontrarme frente a frente sin ningún preparativo anterior.

El doctor rompió el silencio. Te encuentro mejor, Amaury dijo, y también debes encontrarme mejor a mi, ¿no es verdad? añadió con intención. Efectivamente respondió el joven: es usted muy dichoso y le doy por ello mi enhorabuena. ¡Qué le vamos a hacer! Es la voluntad de Dios manifestada por la Naturaleza que no tiene el hábito de obedecerme como a usted.

Ni me verás más en las romerías á tu lado, ni te sacaré á bailar, ni volveré á plantar el ramo delante de tu ventana la noche de San Juan... Y si también lo mandas no volveré á decirte siquiera ¡adiós, Flora! cuando pases á mi vera. Pasaré cerca de ti como si no te conociese, aunque el corazón me quiera salir por la boca. Ni sufrirás tampoco mucho tiempo la pena de encontrarme por esta tierra.

Salí de allí muy alegre y regocijado. Angelina salió a encontrarme. Doña Carmelita ha tenido un ataque horroroso, ¡como nunca! Hace mucho tiempo que estaba bien: comía con apetito, dormía tranquilamente.... Es cierto que iba perdiendo las fuerzas, pero no tenía esos ataques, esas convulsiones que a me asustan.... Corrí al cuarto de la enferma.

De ese modo, ¿se me considera como una persona extraña? No, Amaury; eres mi hijo, a mis ojos y a los de Antonia; pero a los del mundo, eres un joven de veinticinco años y nada más. No dejará de ser divertido, encontrarme sin cesar a ese Felipe que no puedo sufrir y que pensaba no volver a ver jamás.

Yo estaba tan orgulloso de encontrarme a bordo del Santísima Trinidad, que me llegué a figurar que iba a desempeñar algún papel importante en tan alta ocasión, y por eso no dejaba de gallardearme con los marineros, haciéndoles ver que yo estaba allí para alguna cosa útil. Al amanecer del día 20, el viento soplaba con mucha fuerza, y por esta causa los navíos estaban muy distantes unos de otros.

Perdóneme esta indiscreción; pero he visto desde el camino a la señorita Diana que desaparecía tras de los pinos, y no he podido resistir el deseo de verla a usted una vez más, de encontrarme a solas un instante con usted, para darle un adiós menos trivial... ¿El primero lo era entonces? En la forma, si no en el fondo... ¡Siento tanto marcharme! ¿Tanto? Mucho más de lo que pudiera expresar.

No sentía solamente el pesar de encontrarme con la indiferencia y el abandono, donde había creído hallar la oficiosidad de una verdadera amistad, sentía aún más, la amargura de volverme como había venido, con la bolsa vacía.

Al mismo tiempo monté á caballo, y con el expresado peon, á teson de galope, fuí á encontrarme con dicho Super-intendente, de nueve á diez leguas de donde salimos: seria mediodia, nos pusimos en marcha y vinimos á hacer noche á la orilla del Colorado.

Por la mañana alimentaban mi vida dos corazones, y por la tarde sólo me quedaba uno para llorar y gemir. Mi desesperación llegó a ser mayor por encontrarme en París solo. La que hubiera podido tomar una parte casi igual en mi dolor mezclando sus lágrimas con las mías no se encontraba conmigo. ¡Yo solo en el vacío! Sin esposa, sin hijos y sin madre.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando