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Actualizado: 28 de junio de 2025


Este argumento es tan especioso como fútil. Un hombre de humilde nacimiento que no ha aprendido las letras en ninguna escuela, que vive confundido entre el pueblo, que carece de todos los medios humanos, que no tiene dónde reclinar su cabeza, se presenta en público enseñando una doctrina tan nueva como sublime. Se le piden los títulos de su mision, y él los ofrece muy sencillos.

Una hora antes, cuando estaba ella, lo mismo que en el presente momento, de pie junto á los vidrios, había creído ver por dos veces al gaucho asomándose á la esquina de una callejuela próxima. El rústico jinete iba á pie, vagando por el pueblo, como un trabajador en día de descanso. Al columbrar á la marquesa detrás de los visillos la saludó quitándose el sombrero y enseñando su dentadura de lobo.

El piafar de los caballos y el ruido de las ruedas, me advirtieron á los pocos momentos que llegaba la diva. El portero se adelantó para ayudarla á bajar, se abrió la portezuela, y Jenny, cubierta de pieles, descendió ligera, enseñando una pierna admirable.

Eran bestias difíciles para la lidia, que corrían hacia ellos enseñando los colmillos, como si los enfureciese su aspecto exótico y husmeasen en sus personas a enemigos de la propiedad. Muchas veces, cuando dormían al aire libre cerca de una estación, esperando el paso de un tren, llegábase a ellos una pareja de guardias civiles.

La risa le retozaba en el cuerpo, con los dedos metidos en la faltriquera iba palpando los duros, y de trecho en trecho, temerosa de ser seguida, volvía la cara. Precaución inútil. Don Juan marchaba en dirección contraria, y de tan mal humor, que ni siquiera dirigía una mirada a las mujeres que, al cruzar las calles enlodadas, se recogían las faldas, enseñando algo de lo que a él tanto le gustaba.

Recordando á los Padres los deberes que la naturaleza les impone para con sus hijos, poniendo ante sus ojos los males que produce su olvido, induciéndolos por ese medio á que mediten y calculen por si mismos todos los beneficios de su cumplimiento- Enseñando á los hijos como deben respetar y honrar á los autores de sus dias-

Francia siguió dando la moda, enseñando la elegancia y siendo escuela y centro de toda cortesía. La más brillante antorcha de la moderna cultura se diría que siguió ardiendo en París y que desde allí iluminaba al mundo y atraía amorosamente a las almas.

Los dos hombres eran intrépidos; ambos de sangre fría e independientes, y ambos tipos de una civilización que en el siglo XVII hubiera sido llamada heroica, y en el siglo XIX sólo despreocupada. ¿Qué llevas? muestra el juego dijo Tennessee con tranquilidad. Dos triunfos y un as contestó el forastero con la misma sangre fría, enseñando dos revólveres y un cuchillo. Paso repuso Tennessee.

Lo que más le irritaba era la afición de los muchachos á llamarse por los apodos de sus padres y aun á fabricarlos nuevos. ¿Quién es Morros d'aca?... El señor de Peris, querrá usted decir. ¡Qué modo de hablar, Dios mío! Parece que esto sea una taberna... ¡Si á lo menos hubiese usted dicho Morros de jaca! Descrísmese usted enseñando á estos imbéciles. ¡Brutos!...

Un tanto se auxiliaban con unos cuantos pesos que, muy mal cobrados y muy regañados, ganaban doña Andrea y las hijas mayores enseñando a algunas niñas pequeñas del barrio pobre donde habían ido a refugiarse en su penuria. Pero el dibujo de Goya, ese si se vendió bien. Ese, él solo, produjo tanto como las margaritas y las cucharas de plata, y el aguacate.

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