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Actualizado: 5 de junio de 2025


Sin embargo, como ya emprendí la tarea, no quiero dejarla sin terminar, si bien procuraré ser muy conciso. Lo más grave de que el Sr. Merchán acusa á España, es de su corrupción administrativa en Cuba. Nada hay que decir contra los datos que aduce.

Abandonando bien pronto las costas, me encaminé á Tacna, y en seguida emprendí mi ascension á las cordilleras por el camino de Palca y de Tacora; mas, en vez de tropezar allí con esas empinadas y agudas crestas, que se ven figuradas en los mapas, me encontré sobre una dilatadísima planicie, colocada á la altura de cuatro mil quinientas varas sobre el nivel del mar, y en la que únicamente se apercibian de trecho en trecho algunas moles cónicas cubiertas de nubes.

Unas cuantas familias han quedado sin más amparo que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la caridad de este pueblo, emprendí la tarea de implorarla de casa en casa. En cumplimiento de este deber y excitado por su señora hermana, me tomo la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y huérfanos una limosna por el amor de Dios.

Y al día siguiente emprendí el viaje de vuelta a mi casa. ¡Con cuánta alegría contemplé mi hermoso castillo de la Roche-Bernard, los seculares árboles de mi parque y el hermoso sol de mi país! En él me esperaban mis vasallos, mis hermanas, mi madre... y la felicidad, porque ocho días después celebrábase mi matrimonio con mi prima Enriqueta.

Pensé que era necesario volver antes de la noche, encerrarme de nuevo, y emprendí con más ahinco todavía el camino del río. Regresé; no estaba rendido, sino muy al contrario, más excitado por aquel vagabundear durante varias horas, al aire libre, a través de los caminos, respirando un ambiente tibio bajo la acción áspera y mordiente del sol de abril.

Después de aquellas labores del huerto, como el tiempo seguía risueño y primaveral, emprendí otras más rudas, entre ellas la de suavizar en lo posible la cambera del pedregal, única vía de comunicación que tenía la casona con el pueblo. No quedó el camino a mi gusto, pero muy mejorado.

Aquella noche tuve la flaqueza, que acaso el lector encuentre perdonable, de irme a eso de las once y media hacia la calle de Argote de Molina. Cuando emprendí el camino no sabía fijamente qué es lo que allí iba a hacer. Muy pronto quedó determinado en mi cerebro. Avancé cautelosamente por ella, y al llegar al recodo desde donde podía verse la casa de Gloria, me detuve. El corazón me daba saltos.

Emprendí otra vez la carrera furiosa, y cuando entró en la calle de la Borceguinería tuvo que acortar el paso y le alcancé. Seguile de cerca, y al entrar en la calle de San José me adelanté y fui a situarme delante del convento. No tardó en llegar y pararse. Observé que un individuo que estaba en el portal del colegio tiró de la campanilla y que la puerta se abrió instantáneamente.

En otro documento contemporaneo, que existe inédito en poder nuestro , hallamos los siguientes detalles sobre el Colorado: es el Superintendente Viedma el que habla "A las 8 de la mañana emprendí mi marcha al reconocimiento acordado con el indio lenguaraz Matias.

En el cuarto que hay a la entrada del castillo nuevo, con otros cinco criados. ¿Armados? Con picas, porque el Duque no quiere confiarles armas de fuego. Aquellos informes me decidieron por fin y formé resueltamente un nuevo plan de ataque. Había fracasado cuando lo emprendí por la «Escala de Jacob,» y me dije que fracasaría también intentándolo contra el cuerpo de guardia.

Palabra del Dia

rigoleto

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