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Actualizado: 27 de junio de 2025
Sus crenchas cortas aparecían rizadas; acababa de vestirse un traje nuevo; se movía con menudos pasos empinada sobre altos tacones; adivinábase en toda ella una preocupación por embellecerse y agradar. Su rostro, bajo una capa reciente de polvos, parecía alargado, con leves oquedades en las mejillas, rastros sin duda de emociones debilitantes. Un círculo de sombra orlaba sus ojos, agrandándolos.
Los dos muchachos se pasaron las carabinas a la espalda a modo de bandolera, y, dejando a la izquierda el valle del Brocque, Schirmeck y Framont, subieron la empinada cuesta del Hengsbach, que domina, a una distancia de dos leguas, al pequeño Donon; bajaron por la falda opuesta, sin seguir ningún sendero en la nieve, guiándose sólo por las cimas para cortar terreno.
¡Tremenda responsabilidad para mí! exclamó el curita moviendo la cabeza y mirando al suelo, y lo repitió hasta unas cinco veces en tono de púlpito. En aquel instante le vinieron al pensamiento ideas distintas de las que había llevado a la visita, y más conformes con su empinada soberbia clerical.
El piso, principal de los antiguos, era muy bajo, y don José tenía colocada la butaca junto a la vidriera de modo que Pepe, gracias a la empinada cuesta que allí forma la calle, podía ver a su padre desde la acera opuesta, sin que Paz se diera cuenta de ello. Engracia levantaba en los brazos a su hijo que, alegre y sonriente, movía las manitas correspondiendo a la despedida de Pepe.
Además, allí está el cura... para eso está don Antero.... ¡Su Ilustrísima no puede... no saldrá de aquí! Y no salió. El que entraba y salía era el Chato, Campillo, que hablaba en secreto con don Fermín y volvía a la calle a recoger rumores y a espiar al enemigo. El cual se presentaba amenazador en la calle estrecha y empinada en que vivía don Santos, casi enfrente de la casa del Magistral.
Se dieron la mano, el carro volvió á rechinar y los embajadores comenzaron á subir la empinada senda que conducía á la Braña. Se encontraban ya en plena montaña.
A causa del desnivel entre la empinada calle y las casas, unas tiendas tenían varios peldaños ante su puerta, como si fuesen torres; otras eran profundas como cuevas, con una escalera interior para bajar á ellas. Los establecimientos de ropas ondeaban en su fachada trapos multicolores.
Apeóse del coche y entró en el zaguán, creyendo encontrar allí alguna religiosa o algún portero a quien preguntar por la marquesa de Villasis o por el padre Cifuentes; mas sólo vio delante una empinada escalera dividida por en medio con un barandal de hierro que hacía veces de pasamanos.
Los Carvajales son llevados á una empinada peña y precipitados desde ella en un abismo; pero antes de dar tan mortal salto emplazan solemnemente al regio juez y á sus acusadores ante el tribunal de Dios en un plazo determinado.
Pero había en la proposición de su mujer algo como una promesa vaga de que el dolor de muelas se le aplacaría si miraba a los bandidos, y se acercó a la barandilla. La cabeza inclinada a un lado, un ojo cerrado, la mano en la mejilla, miró hacia abajo. A lo largo de la estrecha calle empinada marchaba, en completo desorden, una multitud enorme, levantando gran polvareda.
Palabra del Dia
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